Iván Albarengo hace un tiempo había comenzado a ayudar en un kiosco de barrio Las Lomas. El día del ataque, Iván cumplió con su rutina de acomodar mercaderías. Una vez que terminó, pasado el mediodía, fue el momento de emprender el regreso a su domicilio. Eran cerca de las 14 cuando caminaba por las calles de barrio La Loma y escuchó varias detonaciones por lo cual intentó buscar algún refugio.
Al cabo de algunos minutos los disparos cesaron. Entonces Iván creyó que era el momento propicio para retomar el camino. Fue su última decisión. El menor caminaba cuando un balazo se estrelló de lleno contra su cabeza.
Eso ocurrió frente al dispensario del barrio, y el chico recibió allí los primeros auxilios, pero debido a la gravedad de las heridas fue trasladado por un patrullero al hospital de Niños. En el Alassia quedó alojado en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) en estado crítico y con respiración artificial. Luchó por su vida, pero este viernes lamentablemente se produjo su deceso, informó El Litoral.
Tragedia familiar
La de Iván no es el primer suceso trágico en esta familia. Este tipo de hechos, donde los delincuentes dirimen sus diferencias a tiros, en plena calle y a cualquier hora del día, y en muchos casos con víctimas inocentes como resultado de esos enfrentamientos, son moneda corriente en el barrio (al igual que en muchos otros sectores de la ciudad).
El de este niño es un ejemplo de eso, y que esta familia ya padece por segunda vez: hace poco más de tres meses el padrastro de este menor fue muerto de un disparo de arma de fuego. Ocurrió la mañana del pasado 4 de octubre, cuando Daniel Almada estaba en la vereda tomando unos mates y una bala perdida le atravesó el corazón.
Foto: El Litoral.