Topolansky defendió la idea de un control interno a Botnia, al señalar que ese tipo de chequeos se hacen en otras industrias, como en el caso de los frigoríficos. “Yo me sumo a las razonamientos que hacía el canciller (Luis) Almagro de que, finalmente, para vender la chuletita más chica vienen inspectores y nos revisan con lupa todas las plantas frigoríficas habidas y por haber; que cuando viene alguien de la OEA o de la ONU mira todo lo que tiene que mirar. Esas son partes de las normas de convivencia mundiales y se pueden enmarcar perfectamente en ese tipo de situaciones”, enfatizó la senadora uruguaya.
En ese sentido, la esposa de Mujica consideró que “algo de soberanía, todos los países rescinden en función de algo que les importa más, en un mundo que se globalizó y empieza a moverse por bloques”; y afirmó que aquí “lo más importante es llegar a un monitoreo total del río”.
En declaraciones a la radio del vecino país El Espectador, sostuvo que el Uruguay “es un río que recibe vertidos de redes sanitarias que tiene en sus orillas, vertidos de residuos agrícolas, de lavaderos de lana y otras industrias”.
“Hay que ver cómo todo eso está monitoreado dentro de los estándares admisibles y cómo cuidamos la vida al río en conjunto”, subrayó y acotó: “Hay que controlar la salud del río, y ya que vamos a controlar, hagámoslo in totum. Por eso también hablamos de Brasil”.
Sobre ello, la senadora argumentó que “el río nace en Brasil y pasa por tres países”. “Las aguas no piden permiso en las aduanas cuando cambian de países, las aguas siguen”, explicó. “Si ahora logramos en conjunto mirar estos problemas -y esto es lo más importante-, va a ser positivo para los tres países y va a ser positivo también en la relación, porque va a quedar claro cómo es la salud del río”, remarcó.