Luis María Serroels

A principios del siglo 20, vientos de auténtico desarrollo y de honda fecundidad soplaban en la educación entrerriana impulsados por la visión progresista de un gran funcionario. Se llamó Manuel Pacífico Antequeda, un lúcido mendocino que llegó a Paraná, donde se graduó de profesor en nuestra Escuela Normal y luego pasó a ocupar el cargo de director general de Escuelas.

A su tarea como generador de una nueva y eficiente legislación escolar, le sumó el haber diseñado y promovido una seria política de arquitectura que permitió contar con nada menos que un centenar de nuevos edificios.

Podríamos recordar la fundación de la Escuela Rural Juan Bautista Alberdi, que diseminó maestros en toda América y que concibió como una "educación para la vida". Pero ese mismo lema fue el disparador para crear decenas de escuelas más, entre ellas, una muy especial que se inauguró formalmente el 28 de octubre de 1905.

¿De qué hablamos? Nada menos que de la Escuela Técnica del Hogar, en épocas de la Gobernación de Enrique Carbó y cuando era ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación Joaquín V. González. La profesora María Miño fue la primera directora.

Este establecimiento, que hoy lleva la denominación de Escuela Provincial de Nivel Medio Número 3 Técnica Enrique Carbó, celebra este año su centenario, con un empuje renovado y fiel a aquella consigna de Antequeda.

Estas reflexiones semanales, para ser comprendidas a varios meses de la fecha precisa del cumpleaños, requieren de una necesaria y mínima explicación. Es que dentro de exactamente cinco días y por determinación del Sindicato de Prensa de Entre Ríos, el viejo y ahora ampliado establecimiento de la esquina de Laprida y Buenos Aires será sede del acto central del Día del Periodista. Un reconocimiento que en los últimos años la entidad de calle San Juan ha destinado a distintas escuelas y otras instituciones con un propósito de justicia y admiración.

Aclaración importante: los datos históricos que nutren esta nota para mostrar la evolución de esta escuela, provienen de un muy buen trabajo cronológico escrito por la ex vicedirectora, profesora Martha Silvia Monti, donde se exhibe una paciente tarea de investigación y recopilación encaminada, como ella misma lo dice, a "mantener viva la presencia de tantas mujeres que vivieron y trabajaron tantas horas de su vida en esta institución".

Y no deja de resultar útil su clara advertencia: "Como experiencia personal, he percibido cómo, detrás de resoluciones, fechas, planes y programas, había pasiones, luchas, ambiciones, indiferencias, ideales, que laten siempre tras los actos de los hombres".

Desde luego que el avance de los tiempos significó un permanente desafío para este centro educativo, en busca de respuestas adecuadas a las necesidades y demandas de la comunidad y en la línea de seducir y acercar a tantas generaciones a sus aulas.

Largo fue su periplo edilicio. Desde su inicial ubicación física en Buenos Aires Nº8, en el solar hoy ocupado por el Banco Hipotecario Nacional, mudándose en 1907 a calle Urquiza 436 (frente al Colegio del Huerto) y pasando por España 87, donde recibió la ayuda de una subvención nacional otorgada en 1912 para "la enseñanza de la mujer de todo lo práctico y útil en el hogar", el local de la escuela Nº4 Domingo Faustino Sarmiento, en calle La Paz, sería el último apeadero antes del gran acontecimiento. Ello sucedió en 1920 cuando el Consejo General de Educación adquirió la finca donde está emplazado el establecimiento actual.

En dos turnos diarios y ya para una población estudiantil que en 1998 se convirtió en mixta, se imparte la enseñanza apuntada hacia actividades vinculadas estrechamente a la producción de bienes y servicios. Talleres de indumentaria y de gastronomía, como asimismo de arte y decoración de interiores, con el soporte de un Departamento de Producción, se constituyen en valiosa integración pedagógica de la Enseñanza General Básica y Polimodal en esta escuela tan identificada con la sociedad paranaense. Por cierto no es menos significativo el funcionamiento de talleres de capacitación para adultos, lo que demuestra que el legítimo afán por aprender tiene aquí una gran respuesta.

No deja de ser auspicioso el hecho de que los egresados pueden optar por proseguir estudios de perfeccionamiento en institutos terciarios o universitarios, o bien insertarse en el mercado laboral para lo cual de hecho han adquirido una sólida formación básica.

Se trata, sin dudas, de una propuesta que se centra en brindar reales posibilidades de acceder al mundo del trabajo, ejerciendo un oficio digno en el cual aparecen desafíos a la imaginación y la creatividad.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)