Jorge Riani

Los docentes que participaron de la caravana educativa terminaron de elaborar un libro que documenta el deplorable estado de las escuelas de la provincia de Entre Ríos. Se llama Diario de viaje, aunque bien podría ser bautizado como el libro negro de la educación pública entrerriana. Más de 90 fotos, un video y testimonios que desgranan una dramática realidad conforman el trabajo documental elaborado por la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos, al que tuvo acceso ANALISIS. Lo que sigue es apenas una muestra del abandono educativo de una provincia que fue vanguardia en materia de educación pública, con el normalismo que iluminó a toda América. Hoy, no hay más que sombras.

Si no tuviera fotos, si en la portada no llevara pegado un sobre para adjuntar un video con inconfundible contenido, desmentirlo sería más fácil. Las palabras han sido vaciadas, malversadas con lenguas oficiales o alquiladas para tal fin, de modo que las imágenes parecieran ser el último refugio de credibilidad.

Por esto, el Diario de viaje que dejó como saldo la caravana educativa en su paso por la provincia de Entre Ríos es más que un libro cargado de datos, reflexiones y estadísticas; es también el compendio de más de 90 fotos testimoniales y un video que registra el desastroso estado de las escuelas ubicadas en 15 departamentos de la provincia.

En un trayecto de 1.136 kilómetros, cámaras en mano, los docentes nucleados en la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER) fueron registrando la oscura etapa de la historia de la educación pública patentizada en paredes destruidas, vidrios rotos, carencias de muebles, muros electrificados, pisos hundidos por la humedad, canillas que no dejan de despedir agua, canillas que jamás despiden agua, cables de electricidad sueltos, letrinas destruidas, en medio de un nutrido etcétera.

“De los 813.000 alumnos que hay en el sistema educativo con más de 15 años de edad, Entre Ríos es una de las provincias que tiene la media por encima de la Nación, de 4,50 de analfabetismo. Esto es un elemento movilizador y sensibilizador para estar de pie”, dice un párrafo del mensaje que dio al finalizar la caravana la secretaria general del gremio, Marta Madoz.

El informe no omite referencias de carácter social. Queda claro que las paredes rotas no son más que una expresión material del deterioro de la educación pública, en esta provincia que iluminó al mundo con el temprano normalismo. El detalle del estado del casi centenar de escuelas que desarrolla el libro Diario de viaje es la postal de la decadencia.

El informe da precisiones en torno a un universo de 60 escuelas y aproximadamente 19.000 alumnos. Apunta que en el 85 por ciento de los establecimientos los sanitarios son insuficientes de acuerdo con la Ley Nacional de Higiene y Seguridad Número 19.587. Y la mitad tiene una calificación que los ubica entre regulares y malos.

Hay, a lo largo de las 60 páginas, hay testimonios estremecedores, como el que alude a los casos de hepatitis en San Jaime de la Frontera: “Los casos comenzaron en la Escuela Número 60, donde el agua que afloraba de las cloacas fue la principal vía de contagio. Al inicio del ciclo lectivo eran 14 casos y se ordenó la desinfección, pero las autoridades gubernamentales no hicieron mucho caso y no se actuó con celeridad. Cuando se llevó adelante ya eran 40 los chicos con hepatitis, y la enfermedad se había propagado a otros establecimientos. Calculan que podría haber superado los 200 enfermos, teniendo en cuenta que la enfermedad alcanzó luego a los miembros mayores de las familias”, dice uno de los testimonios.

La problemática es variada y compleja. En la Escuela Número 9 Pinocho, de San Ernesto, por ejemplo, “se eliminó el séptimo grado, quitándoles a este grueso número de escuelas (son nueve las que integran el complejo) la posibilidad de garantizar la escolaridad obligatoria y gratuita que tenían hasta el momento”. En tanto, la Escuela Número 114 Justo José Miranda directamente carece de edificio propio y debe funcionar en una comisaría. “Es totalmente antipedagógico, pues no hay privacidad en los espacios. Los lugares destinados para las aulas no están separados de la casa habitación del director, que vive en la escuela con su familia”, describe el libro negro de la educación. Agrega en ese mismo párrafo que “las letrinas están en peligro de derrumbe, lo que constituye un riesgo constante para los niños”.

El muestrario sigue: La Escuela Número 1 Onésimo Leguizamón tiene sus paredes y cielorrasos de mampostería “con profundas grietas, lo que provoca diarios desprendimientos de revoque y pintura”. En muchas escuelas los baños tienen las “letrinas en estado deplorable”.

Al llegar al departamento Uruguay, luego de clasificar la información escuela por escuela, el informe arriba a la conclusión de que “el nivel de abandono e inseguridad es mayor en las escuelas urbanas de primera, segunda y tercera categoría; precisamente, las que concentran mayor cantidad de alumnos”.

“El 80 por ciento de las escuelas -continúa- advierte sobre posibles factores de contaminación: humo, olores de fábricas y procesadoras cercanas, cursos de aguas contaminadas, etcétera. Además, el 80 por ciento registra en las calles aledañas zanjones y aguas servidas”. En uno de los párrafos de mayor dramatismo se indica que en el departamento Uruguay “hay establecimientos escolares en peligro de derrumbe, con electrificación de paredes y riesgo de incendio. El 70 por ciento presenta cableados sueltos, el 85 por ciento roturas en llaves y tomacorrientes de las aulas, y ninguna escuela posee matafuegos”.

En esa misma observación se determinó que los juegos infantiles presentan roturas en un 70 por ciento, mientras que el 50 por ciento están oxidados, con puntas salientes o filos.

Una de las discusiones que han librado los funcionarios del gobierno y sindicalistas docentes está referida al nivel de mora en que se encuentra lo que fue una promesa de campaña del actual gobernador: arreglar las escuelas, precisamente. Desde la conducción provincial de AGMER dijeron que “no ha variado prácticamente nada desde que sacamos el informe”, y no dudan en acusar que “el gobierno miente cuando habla del nivel de avance de los trabajos”.

En tanto, el director de Arquitectura de la provincia, Alejandro Enrique Renaud, afirma que “hemos trabajado en 1.050 edificios educativos, sobre un escenario de 1.700 establecimientos escolares, por lo que quedan 600 edificios donde tendremos que seguir actuando”. Asegura el funcionario que “las escuelas fueron objeto del abandono del Estado, pero también del uso desaprensivo de la comunidad”. Renaud reveló a ANALISIS que ha habido no pocos casos de rescisión de contratos con algunas empresas, por “trabajos deficientes e incumplimientos”.

Como sea el nivel de avance, en los pliegos reivindicatorios de AGMER no deja de incluirse el reclamo de que se complete el trabajo de reparación edilicia.

“Sobre las 60 escuelas del departamento Uruguay -ejemplifican- al iniciar el año 2005 sólo había nueve obras terminadas, lo que equivale al 15 por ciento”. Siguiendo el dictado del libro, los dirigentes gremiales entrevistados dijeron que “cuando hablamos de que ‘están terminadas las escuelas’ no quiere decir que se encuentren en condiciones suficientes para garantizar la seguridad y posibilidad de aprendizaje como corresponde a los alumnos”. Una vez más rematan: “Los avances no son ni tan significativos ni razonables para el estado de deterioro reinante”.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)