Fabián Magnotta
(desde Gualeguaychú)
La algarabía en el bunker del justicialismo contrastaba con la sorpresa y resignación que exhibían dirigentes del Nuevo Espacio. Es que al resultado electoral en Gualeguaychú no lo imaginaban ni los más optimistas que apuntaban “a perder por poco” en territorio hostil. Ya lanzados a la carrera por la Intendencia en 2007, algunos apuestan por una pronta reaparición de Luis Leissa para salvar a la Concertación, mientras otros ya ven en la figura del vicegobernador a quien pueda recuperar la ciudad a manos del justicialismo.
Llovía. El anochecer del domingo 23 comenzaba en Gualeguaychú. En el Partido Justicialista, el vicegobernador Guillermo Pemo Guastavino, esperaba el resultado de las urnas. La misma casa partidaria de calle Perón que a fines de la década del ‘90 había abierto cada tarde en soledad, allí adonde llegaba y preparaba unos mates. El mismo lugar donde, todavía en Militancia Peronista, lanzaría el ciertamente impreciso pero premonitorio slogan “Se viene Pemo”, que terminaría en su elección como diputado provincial entre 1999 y 2003, y luego en la Vicegobernación.
Los primeros resultados llegaban desde las escuelas. Guastavino los recibía con una rara mezcla de ansiedad, optimismo y realismo. En el fondo de sus esperanzas, reconocía que una buena elección en Gualeguaychú, significaba perder por poca diferencia.
Había apostado todo en la campaña. “No hago especulaciones. Salgo a apoyar a nuestros candidatos sin especulaciones”, dijo cuando se le reprochó que arriesgaba demasiado en una elección legislativa en la que no figuraba en la boleta.
Sonreía con los primeros datos, pero todavía le sonaban más a la fantasía de un encuestador amigo, que al veredicto de la gente.
A la misma hora, en el bunker del Nuevo Espacio, los números se aguardaban con tranquilidad: todos creían que Jorge Busti se treparía al podio en la provincia, pero seguiría sin lograr la conquista de Gualeguaychú.
De todos modos, en la “casita” de la calle Yrigoyen, a poca distancia de la Municipalidad, Luis Leissa abría los brazos con realismo cuando arribaban los primeros números.
-Esto viene raro. Estamos ganando por poco donde tendríamos que ganar por mucha diferencia… -confesaba entre amigos.
No mucho después, la lluvia llegaría en gotas de sorpresa. La extrañeza de Leissa pasaba a ser un triste asombro en el bunker del Nuevo Espacio. Las primeras sonrisas de Guastavino en la sede justicialista, toda una tendencia.
Urnas con mensajes
¿Qué sucedió en Gualeguaychú? En el sur entrerriano, las urnas se abrieron con mensajes. Y también con sorpresas.
Los encuestadores más serios habían pronosticado una ventaja para Emilio Martínez Garbino, pero evidentemente fallaron en las proyecciones de los votos del tercio de votantes que aún caminaba en la vereda de la indecisión. La realidad no era para la calculadora, sino más bien para las narices finas.
En ese aspecto, está claro que los vecinos de Gualeguaychú transformaron lo que desde el PJ se evaluaba como una derrota digna, en una victoria inesperada.
“No lo podíamos creer”, reconocería el gobernador Jorge Busti algunas horas más tarde, al recordar los primeros datos que Guastavino le transmitía desde Gualeguaychú.
“En lo particular, esperaba otro resultado en Gualeguaychú. No puedo negarlo. Lo cierto y lo sincero, es que uno esperaba otro acompañamiento”, diría Emilio Martínez Garbino.
En el gelatinoso escenario de la sorpresa, víctimas tristes y vencedores inesperados dibujaban la noche política. Había sacudón en el bunker del triunfo previsible, e improvisación de brindis en el rincón donde la derrota se había hecho casi una costumbre.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
