Sandra Miguez

A dos años del inicio de la tercera gestión de gobierno de Jorge Busti, cuando ya se debía haber definido un perfil en materia de política sanitaria, todo vuelve a empezar. El recambio de funcionarios en las principales áreas de la Secretaría de Salud revela una serie de irregularidades y un descontrol en lo que ha sido la administración de una política sanitaria no sólo en el último año, sino a lo largo de más de una década. Esto ha dejado sus huellas gravadas en situaciones concretas, como por ejemplo, la pobreza estructural o el aumento de los casos de muertes maternas, algo que no logrará revertirse en el corto plazo si no se adopta un plan estratégico efectivo. Luego del desplazamiento de Graciela Degani, al frente del Ministerio de Salud y Acción Social, comenzaron a aparecer sobre la superficie las puntas más sobresalientes de las graves falencias que habían sido ocultadas: problemas estructurales que han sido reconocidos por las actuales autoridades de salud.

El desánimo golpea fuerte en el ámbito del Ministerio de Salud y Acción Social cada vez que los técnicos y especialistas en la materia le plantean al titular, Gustavo Bordet, la inmediata resolución que requieren los problemas coyunturales.

No es que no haya voluntad, sino que queda poco margen para la planificación, que por estas horas se torna una cuestión de vida -sin exageraciones.

Los problemas estructurales que aquejan a la provincia dejan sus huellas más despiadadas en la pobreza extrema que vive la gente de barrios marginales, algo que se puede corroborar en los datos estadísticos denominados “indicadores básicos de salud”. Esos índices son herramientas elementales para la planificación, para la organización del trabajo a ejecutar, y permiten identificar claramente dónde están los sectores más vulnerables, para actuar con urgencia, sin dilaciones.

La desidia que muchos funcionarios demostraron en los primeros meses de gestión, ha sido un tiempo valiosísimo desperdiciado que se refleja en la realidad actual.

A poco de iniciarse la temporada estival ya no queda margen para el error, y por ello se ha diseñado un plan de emergencia en distintas áreas, para tratar de enfrentar los problemas más acuciantes que se ven en los servicios de salud: la diarrea, la mortalidad infantil, la mortalidad materna.

Cómo hacemos para revertir este proceso en forma inmediata es la pregunta crucial que se formulan quienes están diseñando los planes de emergencia para revertir lo que podría ser un gran dolor de cabeza para las autoridades provinciales: la muerte por diarrea que afecta sobre todo a los menores de cinco años y la mortalidad materna que este año -de acuerdo a los indicadores básicos- marca un aumento con respecto al anterior.

La tarea debió haberse realizado estratégicamente, con el suficiente tiempo de antelación, al punto que ya debiera estar en plena ejecución. Hoy un equipo convocado en forma urgente se encuentra trabajando a destiempo, realizando un plan de emergencia, para frenar lo que se prevé como un gran inconveniente sanitario.

La redefinición del área cuenta con el apoyo directo del ministro de Salud y Acción Social, quien ha salido a brindar explicaciones cada vez que lo requirieron los medios y la opinión pública, aún cuando se lo consultó respecto de casos que terminaron convertidos en escándalos públicos.

Sin embargo, existe un gran ausente: el secretario de Salud, Juan Abolafia, que ha evitado hacer comentarios sobre los escándalos producidos bajo su órbita, en una suerte de corrimiento y fuga completa de la escena toda vez que la mano se ha puesto espesa.

Así, fue Bordet quien enfrentó el tema de la muerte por desnutrición del bebé Joaquín Taborda, que había sido atendido en el Centro de Salud San Martín; fue Bordet quien enfrentó las denuncias efectuadas por el director del Centro de Salud Pagani por el intento de apropiación de un recién nacido; fue Bordet quien enfrentó los casos de lepra, sarna, tuberculosis y hantavirus, por mencionar solo algunos ejemplos, que determinaron la salida de Claudia Enrique del área que demostraba mayores falencias, y en momentos en que Abolafia obvió todo contacto que lo pusiera en zona de riesgo.

Estas denuncias conllevan a redoblar la apuesta en salud, ya que pone de manifiesto que en los dos años transcurridos de la actual gestión no se han evitado las lesiones que provoca el hambre y las condiciones estructurales de la pobreza, que pueden llevar hasta la muerte de los más indefensos.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)