Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
La variedad de instrumentos y caminos usados por el poder en la provincia para minar los organismos y los oficios que debieran ocuparse del control de ese poder, pretenden sentar las bases de una sociedad muda, obediente, resignada. ¿Qué hay detrás del ocultamiento de información pública y de la presión sobre el periodismo? ¿Qué cambia a partir de la lucha solitaria e inédita del corresponsal de Clarín, Oscar Londero? ¿Cómo evitar la tendencia al coro monocorde? ¿La palabra “serenarse”, figura en el diccionario oficial?
Las presiones que reciben algunos de los periodistas que buscan conocer y divulgar causas y efectos de la concentración de las riquezas, la corrupción, la pobreza; que indagan sobre los motivos del hambre, la compra de conciencia (que es una práctica habitual en Entre Ríos), el ocultamiento de información pública; esas presiones son tan variadas y a veces sutiles que es difícil sintetizarlas.
Frente a una información que se considere inconveniente, el poder de la provincia buscará primero el “precio” del periodista, luego (si no lo encontró, o en caso de que el periodista no tenga precio, cosa que al poder le parecerá rarísimo), entonces ese poder se dedicará a erosionar la imagen del trabajador. Matar al mensajero, que le llaman. Desacreditarlo ante la opinión pública con todo tipo de acusaciones falsas usando inclusive los medios estatales para esa faena, y hacer gestiones diversas ante los directivos de los medios de comunicación en que ese periodista se desenvuelve, para socavarlo, son dos de las múltiples operaciones.
En las últimas horas el periodista Oscar Londero, corresponsal de Clarín, obtuvo una pequeña gran victoria contra la tendencia manifiesta del gobierno a ocultar información.
Hace meses que viene luchando por clarificar el uso (y abuso) del dinero del Estado para mantener a raya medios de comunicación, pero la intención de este periodista no se agota en revelar este mecanismo que se sospecha corruptor. Su meta es más ambiciosa: horadar los muros que planta el poder a cualquiera que busque información fidedigna, vinculada, principalmente, a los fondos públicos. Londero quiso encontrar las grietas.
Es cierto que el gobierno se vio obligado a ceder un poco, frente a la entereza del periodista, y dio a conocer una lista de desembolsos en propaganda, pero el hecho de publicar los gastos de un organismo y esconder los de otra decena es una muestra incontrastable de ocultamiento y tergiversación. Es como asegurar que uno no esconde a ningún ladrón en la casa, y mostrar sólo la cocina. ¿Y la habitación, y el baño? ¿Y atrás del ropero?
Sin embargo, vale repetirlo, en la tarea de destruir los escondites se ha dado un gran paso y desde esa perspectiva, el asunto “propaganda” casi pasa a segundo término porque ya está claro que el que calla otorga. Los empresarios de los medios, antes que recelosos, debieran sentirse aliviados y agradecidos por que en el futuro haya reglas claras. ¡Quién les dice que en años venideros, en lugar de agradecer al generoso con plata ajena, no puedan avanzar en el periodismo libre para orgullo de sus hijos!
León Gieco se cuidó
Una de las madres de las víctimas fatales de Cromagnon acusó a León Gieco de lucrar con una canción sobre la tragedia, y el cantautor sacó el tema de la calle y donó a un hospital lo poco que había recaudado. ¿Necesitaba hacerlo Gieco? ¿Cuántas denuncias por hechos de corrupción tiene este artista?
Sin embargo, buscó el modo de aventar cualquier sospecha, la mínima, sobre su conducta. Y es un ejemplo, porque varios funcionarios del gobierno de Entre Ríos cargan sobre sí denuncias de corrupción, y el propio gobierno está sospechado de injerencia indebida en medios de comunicación de alcance masivo, de modo que frente a las dudas públicas el único camino que quedaba era la transparencia.
Transparencia no es un sustantivo que figure en el diccionario del poder gubernamental. Sin embargo, Londero, en un esfuerzo realizado con tanta sabiduría como soledad, logró primero develar que el gobierno se arrogaba el secreto en materia de distribución de fondos para propaganda. Luego logró poner en evidencia los frenos de la Fiscalía de Estado a la hora de agilizar la transparencia. En tercer lugar, logró que una Sala de la Justicia dictaminara que frente al ocultamiento de información, la vía del amparo es admisible.
Lo que muchos sospechaban, este periodista lo comprobó. Y acaba de hacer otro planteo en un ámbito distinto, siempre dentro del Estado provincial, y nuevamente le negaron información por cuestión de formas. Frenos y más frenos. Pero abrió una puerta vía amparo. Encontró los intersticios. Hacia el futuro, podrá usarse este camino; engorroso pero camino al fin.
Negar información pública, colocar amigos y compartidarios en los organismos de control (Justicia, Tribunal de Cuentas, Fiscalía de Estado), y presionar a los medios y a los periodistas que buscan independencia, son tres factores lógicos en este esquema de poder. Pero los resultados no siempre son como el poder espera: en estos días el apoyo de periodistas a sus colegas puestos en cuestión es un dato alentador.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
