S. M.
¿Una nueva corriente filosófica? ¿Una nueva “moda”? ¿Una nueva práctica espiritual? ¿Una nueva forma de vida? ¿Qué es la permacultura? La semana pasada, en la sede del Sindicato de Prensa de Entre Ríos en Paraná se realizó una charla con Fernando Martín, permacultor radicado en la provincia de Córdoba, que desde hace 14 años estudia y practica este nuevo movimiento que promueve una práctica colectiva de vida en estrecho vínculo con la naturaleza. Esta tendencia es más conocida por iniciativas de construcción y convivencia de grupos en denominadas ecovillas o aldeas ecológicas. Esta corriente llegó a la Argentina hace aproximadamente una década, y existen redes de este tipo de comunidades en El Bolsón (Río Negro), San Luis, Salta, Buenos Aires, Rosario (Santa Fe) y Capilla del Monte (Córdoba). Si bien la faceta más destacada de esta propuesta es un modo de vida comunitaria, también contempla el estudio e implementación de sistemas de producción y cultivo orgánico, construcción de hábitat sustentables y una perspectiva filosófica y ética.
En la charla que brindó Martín, se narró que desde la permacultura reconoce a Masanobu Fukuoka como uno de los sus pioneros. Según se relató, Fukuoka era un científico especializado en bacteriología, hijo y nieto de agricultores, que luego de la Segunda Guerra Mundial emprendió un viaje por todo el Japón –su país de nacimiento–, a partir de una profunda crisis personal. En este recorrido, tomó contacto de forma particular con la naturaleza de terruño y comenzó a desarrollar técnicas de agricultura respetando los tiempos, ciclos y dinámica de la naturaleza. Entre los años 1975 y 1980, el modo de trabajo por Fukuoka comenzó a ser reconocido en distintos puntos del planeta y a partir de allí recibió visitas en su campo de interesados y curiosos en su estilo. Fue precisamente un australiano, Bill Mollison, quien finalmente sistematizó las experiencias de Fukuoka en la permacultura.
En la conferencia de Martín, también explicó que la permacultura está en estrecha relación con una toma de conciencia o percepción de distintos problemas mundiales que ponen en duda la misma continuidad como especie humana. Crisis y trastornos en el clima, la energía, la producción de alimentos, el medio ambiente y los recursos naturales. Una serie de incertidumbres que tienen como causal directa la mano del hombre.
También para despejar dudas, se enunció que “la permacultura es una filosofía de vida natural. No tiene una doctrina, ni un maestro, no es una religión. Lo que sí cuenta es con un fuerte vínculo con la naturaleza. La palabra permacultura viene de la contracción de dos en inglés que significan ‘cultura permanente’, estar sembrando cultura permanentemente. Este término lo define Bill Mollison. Un australiano que observa cómo se va deteriorando el medio ambiente y las personas también. Porque la gente generalmente separa ‘naturaleza’ y ‘nosotros’. Nosotros somos naturaleza. Como nos hemos ‘salido’, en esa capacidad mal usada de razonar nos creemos que somos los dueños (de la naturaleza); y así nos está yendo”, graficó.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
