Jorge Riani

Desocupado, remisero, vendedor de fiambres, empleado público, cesanteado por la Ley 9.235, militante justicialista, fugaz manager de boxeo. La trayectoria laboral de Fidel Ernesto Verón no escapa a las historias corrientes de un joven entrerriano de clase media, expuesta a los avatares de las crisis. Una medición de menciones en medios de comunicación ubicaría su nombre al tope de la lista esta semana. Es que Verón no dejó pasar la oportunidad de ventilar en noticieros televisivos y radiales la inversión millonaria que hizo en la empresa Remises Capital. Con más de 50 autos cero kilómetro dotados de sistemas computadorizados de chequeo mecánico, el flamante empresario y su socio han hallado dificultades para lograr la habilitación de su empresa de transporte en Paraná. El otro propietario, Patricio Isaurralde, es hijo de un abogado fallecido, que dejó un capital moderado, hoy inmovilizado por un juicio de sucesión. La transformación en solventes hombres de negocios de estos dos treintañeros despertó dudas y especulaciones en su ciudad de origen: Nogoyá. Verón aparece como “deudor irrecuperable” por un préstamo de 1.200 pesos que nunca pudo pagar. Pero hoy es dueño de una flota de autos junto a su socio. El meteórico ascenso hizo repasar el pasado político de los protagonistas de una historia de dineros que circulan sin dejar huellas en las bases oficiales, y en la supuesta vinculación que tienen con gente ligada a la venta de cigarrillos por fuera del circuito comercial habitual. Lo que sigue es la otra historia de Remises Capital.

“Hemos hecho una inversión millonaria”. Ni en sus más aventuradas ilusiones Fidel Ernesto Verón se hubiese imaginado diciendo esas palabras ante cámaras de televisión y micrófonos de radio. Pero a los 32 años, el joven muchacho de Nogoyá logró calzarse el traje de empresario que genera suficiente ruido mediático como para desdibujar el perfil de aquel remisero que se ganaba la vida a bordo de un Fiat Uno, o vendiendo fiambres en su ciudad natal. Aquel mismo que se vio enredado en la telaraña de la Ley 9.235, con la que el ex gobernador Sergio Montiel despidió a no pocos empleados públicos.

Hijo de un conocido militante peronista, de modesta incidencia, Fidel es la voz cantante de la empresa Remises Capital, que ha lanzado sobre el mercado del transporte de pasajeros medio centenar de autos cero kilómetro. La circunstancia por la cual los vehículos de la empresa no alcanzan el mínimo de cilindrada que exige la ordenanza municipal fue el objeto de una seria disputa mediatizada con representantes de taxistas y funcionarios municipales que se han negado a habilitar a la remisera.

Pero detrás del choque de intereses y de interpretaciones legales, se esconde una historia de abrupto ascenso patrimonial de un grupito de jóvenes que, en calendarios recientemente deshojados, se ganaban la vida como entrerrianos de clase media expuesta. Supervivencia e ilusión fueron los elementos que asemejaban aún más al flamante titular de la remisera a cualquier joven entrerriano que campea la vida día a día. La ilusión del gran salto tomaba cuerpo cuando logró que el boxeador nogoyaense Carlos Cirujano Ojeda lo aceptase como manager. Los puñetazos de Fabio la Mole Moli hicieron añicos la posibilidad y dejaron al descubierto que no fue una buena estrategia la de Verón, de hacer subir 10 kilogramos al entrerriano para achicar la diferencia de pesaje con el enorme multicampeón.

Verón dividió su tiempo entre Paraná y Nogoyá. Había llegado a la capital provincial en la segunda gestión de Jorge Busti, a ocupar un cargo público en la Dirección de Juntas de Gobierno, que le consiguió Manuel Navarro, a quienes todos conocen en su ciudad como El Zorro. Navarro ocupó la titularidad de esa área provincial que tenía como máximo responsable político al entonces ministro de Gobierno, Faustino Schiavoni.

En Nogoyá, Fidel siguió viviendo junto a su padre, el conocido militante Pepillo Verón, que se supo ganar el respeto justicialista a fuerza de años de prisión por cuestiones políticas. Pepillo aún tiene su tornería en el barrio Suburbio Sur de Nogoyá, pero su exitoso hijo ya no vive allí.

Hoy, Fidel Ernesto Verón es un empresario que hace valer sus millones puestos en las calles de Paraná, al momento de exigir que una ordenanza sea ajustada a sus necesidades. El muchacho nogoyaense ya es todo un empresario legalizado y presentado, incluso, en actas que se publican en el Boletín Oficial de Buenos Aires. “Rehuen Sociedad Anónima hace saber que por acta número 6 del 21 de febrero de 2005 designó: presidente a Patricio Isaurralde, suplente a Fidel Ernesto Verón, ambos con domicilio especial en Juncal 1.875, planta baja, departamento C de Capital Federal”, dice uno de los textos.

El nombre de Patricio Isaurralde está también ligado a la historia de Remises Capital. De hecho, es quien aparece también como propietario en cada papel que alimentó el expediente municipal. El 4 de agosto de 2005 hizo su formal aparición ante las autoridades municipales, con una nota donde se presenta como “el legítimo propietario de la empresa”.

En la montaña de papeles con sellos que certifican el ingreso a la órbita municipal de Paraná, ha quedado la doble cesión de derechos que hacen los familiares del antiguo dueño de Remises Capital. No deja de ser una extrañeza que la viuda y los hijos de Emilio Antonio Cura firmen un acta de cesión de derechos hereditarios en favor de Isaurralde, el 6 de abril de 2004, y hagan exactamente lo mismo el 1º de agosto de 2005, pero esta vez en favor de Fidel Verón. Como quiera que sea, Verón e Isaurralde son socios, según se desprende de las actas del Boletín Oficial.

Patricio Isaurralde tiene 33 años, y es también oriundo de Nogoyá. Nació en una familia de aceptable devenir económico, pero lejos de la abundancia y los lujos. Su padre fue el presidente de la firma Rehuen SA, que hoy está en manos de su hijo y del meteórico Verón.

Una fuente confiable le dijo a ANALISIS que el abogado Omar Isaurralde tenía una pequeña parcela de campo en las afueras de Nogoyá, pero que todo está en sucesión y mal puede haber salido de su patrimonio el dinero para comprar 50 autos cero kilómetro y otros 30 que vienen en camino para Capital. Al menos eso surge como contablemente imposible cuando se revisan los números blanqueados de la familia Isaurralde. En la Justicia confirmaron que el juicio de sucesión mantiene inmovilizados los bienes que fueran del fallecido letrado.

En el afán de búsqueda de explicaciones, no faltó quien interpretó que parte del dinero puede tener también origen en la fortuna José Orlandi, un fallecido productor agropecuario que dejó un considerable patrimonio a sus descendientes, quienes hicieron lo posible por evitar el reparto con otras descendencias del extinto. Así, parte del capital habría podido quedar ligado a la figura de su abogado, Omar Isaurralde.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)