-Los estatales. La estrategia de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) en su lucha por postergadas reivindicaciones salariales se asimila a la perseverancia de la gotita de agua que orada la piedra. Asambleas, paros, conciliación obligatoria, negociación y vuelta a la movilización. La escalada que mixtura las instancias de negociación -con muñeca política hacia adentro y hacia fuera-, con acciones directas de menor a mayor contempla en breve un corte en la ruta 14. La medida anunciada sorprendió porque la ruta es jurisdicción nacional y el conflicto tiene un definitivo encuadramiento provincial. Queda claro que no es lo mismo hacer barullo en la intersección de la ruta 14 a la altura de Concordia o de Gualeguaychú, que hacerlo en cualquier otro punto de rutas menos importantes. De aquella manera el conflicto adquiere una resonancia nacional y tiene asegurada la cobertura mediática con las cámaras de televisión de los principales canales porteños. Edgardo Massarotti y sus muchachos hacen el razonamiento de que “lo que está en juego es la política de distribución del ingreso” y que en ese sentido “no sólo están en cuestión las rentas provinciales sino que también tiene que entrar en revisión la propia distribución de los recursos nacionales”. En realidad, más allá de que el secretario general de ATE está convencido de que uno de los ejes que debe unificar a la dirigencia provincial es respaldar una revisión del Pacto Federal entre el Estado Nacional y las provincias a fin de replantear la distribución de los recursos coparticipables, en estas circunstancias el argumento no constituye otra cosa que una “avivada” para justificar la instalación del conflicto de los trabajadores del Estado.
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-Derivaciones. Las derivaciones del conflicto en ciernes con los trabajadores estatales constituyen una carga de tensión extra en la relación entre este sindicato y el gobierno provincial. Esto sucede pues el conflicto está planteado como la reivindicación gremial de elevar los salarios por sobre los límites de pobreza. Recuérdese que la última oleada de conflictos se cerró en acuerdos donde prácticamente todos los trabajadores a nivel nacional asomaban la cabeza por sobre ese nivel de ingreso básico. En el planteo actual los estatales entrerrianos -incluidos los docentes- pretenden ubicar el salario por arriba de ese nivel básico. La postura gremial pone en tensión al gobierno provincial pues éste siente amenazado el meneado equilibrio fiscal.
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-Docentes. Con el conflicto de los trabajadores estatales como telón de fondo aparece el plan de lucha de los docentes. A riesgo de sufrir un casi seguro revés judicial por avanzar en acciones directas en pleno período de negociación paritaria, las primeras 48 horas de paro tuvieron un acatamiento mayúsculo. Con este alto índice como dato fundamental los docentes han logrado compactar hacia el interior del principal nucleamiento gremial -AGMER- la unidad externa alcanzada con los otros dos gremios docentes -AMET y UDA-. Conviene recordar que en el momento de surgir esta conducción gremial que encabeza Sergio Elizar, la mayoritaria Agrupación Celeste pasaba por una coyuntura de debilidad y jaqueo interno. La misma sufría una virtual fractura y ese espacio comenzaba a ser cubierto con un protagonismo ascendente de la opositora Agrupación Roja y Negra. El pulso fino de Elizar le había permitido jugar en dos direcciones. Por un lado evitó -hasta ahora- caer en posturas de lucha desgastante logrando sentar al gremio en la negociación siempre que la propuesta oficial se presentaba razonable. Hacia el interior de AGMER logró sortear virtuales fracturas. Dirigentes de esta asociación sostienen que “los resultados políticos son categóricos”.
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-Otra vez la carpa. En los despachos oficiales las posturas son refractarias al planteo gremial porque -según los funcionarios- "destilan tufillo" a una utilización política del conflicto. “No pueden desenmascarar sus intereses partidarios o de la propia interna de AGMER, y entonces se la agarran con nosotros”, es -mas o menos- la queja generalizada de los colaboradores bustistas. Lo cierto es que el planteo hace blanco en uno de los pilares fundamentales sobre los que el gobierno asienta lo más mostrable de su gestión: el equilibrio fiscal. Es que después de tantas aventuras -propias y ajenas-, Jorge Busti ha aprendido las bondades de ser esclavo del equilibrio presupuestario. Sabe que ello suena a música en los oídos de comerciantes y empresarios que dependen del equilibrio para tener asegurada la cadena de pagos. Las demandas docentes obligan a poner sobre la mesa las cuentas y pensar tanto los recursos como los gastos en proyecciones que vayan más allá. En verdad, el planteo tanto de los docentes como del resto de los sectores gremiales populares exige el diseño de un nuevo esquema de financiamiento del Estado, y a juzgar por lo que se ve, es pedir demasiado para el nivel dirigencial actual, incluido el propio Presidente Néstor Kirchner. No tiene por qué, pero da la sensación de que hasta que el gobierno nacional no se decida a modificar el esquema fiscal regresivo que descarga sobre las espaldas de los que menos tienen el financiamiento del Estado, tampoco habrá mayores avances en las provincias y municipios. En ese sentido es saludable que desde abajo se muevan las aguas, pero el movimiento debe encontrar sus propios límites a riesgo de caer en posturas inconducentes. Hay que tener en cuenta que AGMER ha logrado instalar como causa importante del conflicto la previsión de recursos dedicados al área educativa para el presupuesto 2007. Hoy por hoy las diferencias entre las previsiones oficiales y la postura gremial son importantes. En el esquema presupuestario actual la diferencia es verdaderamente grande e implica replantear tanto los gastos como los recursos con criterios de largo plazo.
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-Los límites del aparato. Vale la pena ligar aunque más no sea en la lectura la tonicidad que pone en la lucha por sus reivindicaciones ATE (lo de AGMER es claramente diferente) con lo sucedido en la provincia de Misiones. En los pagos de la tierra colorada el gobernador Carlos Rovira intentó -sin éxito- reformar la Constitución a fin de habilitar la reelección indefinida. La derrota del gobernador con costos políticos que se extienden sobre la figura del Presidente Kirchner es un acontecimiento que abre un abanico colorido de reflexiones y tendencias. Es un hecho sobresaliente que la propuesta del NO a la reelección indefinida encontró en el obispo Joaquín Piña además de un referente, un articulador excluyente. Una figura delgada, canosa y vital, dueño de una gran locuacidad, pero por sobre todo de un poder de comunicación sencillo y formidable. El religioso fue despejando los obstáculos para terminar construyendo un triunfo categórico. Piña supo instalar un discurso que estuvo lejos de quedar atrapado en la mera denuncia al aparato electoral puesto en marcha por el gobierno de Rovira y el gobierno nacional. Lejos de amilanarse destacó su confianza en la dignidad del pueblo de Misiones y en la seguridad del rechazo electoral. Como cura experimentado seguramente tomó en cuenta que centrar la propuesta en la denuncia del aparato oficial corría el serio riesgo de empantanar la posición en una puja donde nadie iba a saber distinguir quién en es quién. No sin picardía habrá maquinado que la propia Iglesia desplegada como fuerza opositora es un aparato en sí misma, y la mayoría de las veces que asumió posiciones en el terreno estricto de la política no ha sido precisamente para impulsar causas nobles. La Movilización de Corpus Cristo el 11 de junio de 1955 fue el prólogo de la Revolución Liberadora que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón. Por las dudas, Piña se cuidó de no traer a la memoria de los argentinos esos fantasmas. Por otra parte, dentro de las filas del NO se amontonaban: el ex gobernador y ex senador nacional Ramón Puerta, una de las principales fortunas personales del país y dueño de grandes explotaciones yerbateras en Misiones, Sobich, Blumberg, Carrió, Macri y hasta intendentes K. Con estos cuidados Piña concentró su campaña denunciando el carácter autoritario de la propuesta reeleccionista del gobernador y su parentesco con formas dictatoriales reñidas con el comportamiento democrático. Hay un hecho notable en este proceso electoral que surge interesante destacar. Progresivamente en el transcurso del proceso electoral, la oposición se fue agrandando con mayores adhesiones y el oficialismo por el contrario iba perdiendo aliados.
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-Encuestas. En este punto del recuento de dichas estructuras no se puede soslayar el papel de las encuestadoras de opinión como soporte fundamental de la movida oficial. En la obsesión reeleccionista, la dirigencia provincial y nacional en lugar de poner atención en el estado de ánimo de la gente concentraban miradas y cálculos sesudos en las encuestas. Los consultores nacionales puestos en juego por el gobierno de Kirchner eran contestes en dar el triunfo a la posición oficial. Pareciera que si no muestran números optimistas, no cobran. La diferencia más extraña estuvo en las mediciones de la consultora Equis, de Artemio López. Éste auguraba un porcentaje superior a los 20 puntos para la posición del SÍ. Una vez más quedó demostrado que las encuestadoras de opinión en general quedan dominadas por posiciones conservadoras cuando se enfrentan con tendencias muy marcadas.
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-Tendencias. Imaginar un traslado del escenario misionero al resto del país suena tan extravagante y lineal como las premoniciones de algunos encuestadores. Las elecciones misioneras fueron muy especiales. Rovira, trepado a su orgullo en función de las expectativas favorables que había en su gobierno, escaló tan alto que el ventarrón popular lo tiró abajo. Proponer una convocatoria para reformar la Constitución al solo efecto de modificar solamente un artículo es sin dudas un acto de soberbia insólito. También hay que tener en cuenta que un plebiscito donde las opciones están dadas entre un NO y un SÍ facilita la articulación de un frente opositor, cuestión que se potencia exponencialmente cuando las elecciones se convocan para elegir toda la grilla de cargos provinciales o nacionales. Salvo en situaciones especiales difíciles de imaginar, se pueden encontrar confluencias tan diversas ideológicamente como la que se articuló en Misiones. Tal vez las conclusiones a sacar pasan por andariveles modestos pero confiables. En cuanto a la derrota de grandes aparatos electorales, las elecciones de Misiones no constituyen un dato exclusivo. Eventos electorales de fuerte gravitación nacional han tenido el mismo signo.
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