Claudia Martínez
(especial para ANALISIS)
Referente de los periodistas en la provincia, supo de cárceles como mordazas a la libertad de prensa. Guillermo Alfieri tiene 71 años, más de 40 ejerciendo la profesión y una veintena como docente. Dos de sus hijos le siguen los pasos. Afirma que al periodismo de hoy le falta contar historias.
La casa está en una de las emblemáticas bajadas del Parque Urquiza. Guillermo Alfieri esperó a ANALISIS en el comedor de su casa, con su gorra -su sello inconfundible- y rodeado de cuadros de firmas gloriosas y representativas de la plástica local: Nux, Gargatagli, Hennekens. Un fuelle denota su fanatismo confesable por el tango y por Gardel, de quien tiene gran cantidad de discos apilados a un costado de la chimenea.
Dice que en radio y televisión hizo lo que quiso. Que Honrar la vida, nombre que eligió para el programa que entrega de lunes a viernes por Del Plata, es un himno, casi un rezo, y que todos deberían saberlo. “No... permanecer y transcurrir, no es perdurar, no es existir/ ni honrar la vida/ Hay tantas maneras de no ser/ tanta conciencia sin saber/ adormecida./ Merecer la vida no es callar ni consentir/ tantas injusticias repetidas/ Es una virtud, es dignidad/ y es la actitud de identidad/ más definida”, dice la canción que resuena, una y otra vez, con sólo invocar su título.
Guillermo Alfieri es uno de los periodistas de mayor trayectoria que tiene la provincia. Docente desde hace 22 años, formó generaciones de trabajadores de prensa que hoy lo respetan y lo consideran un referente. Dejará su legado en parte de su familia: dos de sus hijos siguen sus pasos. Uno con un excelente presente. Y otro con un promisorio futuro.
Fumador empedernido (fumó cuatro cigarrillos en menos de una hora), se resiste a dejar uno de los vicios que, sabe y reconoce, le hace mal. Pero insiste: el atado estuvo durante toda la entrevista a mano, en la mesa del comedor principal de su casa, como un compañero consecuente y callado.
“Para ser periodista hay que estar formado, tener inquietudes. De la formación deviene un discurso crítico, hay que ser curioso hasta que te mueras. Preguntarte por qué pasa lo que pasa. Para eso hay que tener herramientas para descularlo”, desgranó a modo de definición.
Guillermo Alfieri tiene 71 años. Nacido el 1º de octubre del ‘35, su humanidad pasó por varias provincias en estos 45 años de periodista y 22 de docente. Está trabajando en Radio Del Plata y escribe para El Pueblo de Villaguay. “Ahí hago periodismo. La jubilación no es incompatible con la docencia. Soy docente por ser periodista, no pensaba ser docente, pero fue una propuesta”, recordó.
-Por tus manos pasamos muchos periodistas…
-Estuve mucho tiempo en primer año. Cuando ingresan están todos pero luego se van para otros lados.
Nació en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, pero su vida tuvo otros destinos y otros horizontes. La Rioja -estuvo preso cuatro años durante la dictadura-, Buenos Aires y finalmente Paraná, donde reside desde 1981. Es papá de cuatro hijos, Guillermo (45 años), periodista; Laura (43), Juan Martín, licenciado en Comunicación Social (24) y Santiago (22), y abuelo de cinco nietos, el mayor de 17.
Lo raro de todo esto es que Juan Martín fue alumno suyo. “Para mí fue más raro que para él. Él lo naturalizó, verte en el aula con tu hijo… Hubo pautas, obviamente nunca le corregí un trabajo. Acá en casa no charlábamos sobre ese tema, nada. En el aula tampoco, no había motivos, para nada. Una vez estábamos en el aula y me dice ‘papá’. Él se acuerda de eso…”, recordó en medio de carcajadas.
La anécdota con sus hijos nace cuando Santiago hizo el primer año de la carrera y no promovió la cátedra de la que Alfieri es titular. Todos decían “cómo será Alfieri de malo que hasta al hijo manda a examen…”. Para él, éstas son experiencias singulares.
-¿Cómo ves el hecho de que tus hijos sigan tu carrera?
-Siguieron los procesos de El Diario, por lo tanto lo veían como algo natural. ¿Viste esas cosas sobreentendidas? Mi hijo mayor desde los 11 años escribía crónicas para El Diario. En el caso de Juan Martín no sé si va a elegir ser eso.
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