-El triunfo justicialista. En los comentarios previos se hacía notar un dominio escénico por parte del justicialismo que resultaba excluyente. El ambiente que se vivía denunciaba una tendencia provincial dominada por el justicialismo oficial que ponía en vilo los dominios departamentales. Una vez abiertas las urnas, los resultados fueron contundentes y afirmaban con creces dicha inclinación. La fórmula del justicialismo que encabezaba Sergio Urribarri se terminaba imponiendo por más de 20 puntos de ventaja sobre el segundo, el candidato de la UCR, Gustavo Cusinato. Entrando en los detalles de las valoraciones previas que se hacían desde estas líneas, hay que decir que si bien las consultoras de opinión coincidían en pronosticar un resultado con este nivel de ventajas para el oficialismo, las cuentas definitivas no dejan de sorprender.
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-Busti-Urribarri-Kirchner. El triunfo del oficialismo en los cuatro distritos que se presentaban críticos: Paraná, Concordia, Gualeguaychú y Gualeguay, a primera vista pone en la vidriera a Jorge Busti y a Sergio Urribarri. Especialmente el gobernador, que es -como se dice- el gran elector en el justicialismo, y como sombra de su figura, Urribarri, son los constructores de la propuesta provincial que obtiene el resultado contundente. La consigna más o menos explícita de Urribarri estuvo puesta en garantizar la continuidad del gobierno de Busti. Urribarri se cuidó de no sobresalir ni sobreactuar de tal manera que en el imaginario quedara dibujada la figura del gobernador como referencia general. El oficialismo tuvo confianza en que la gestión provincial del justicialismo tenía un consenso dominante en la ciudadanía entrerriana y apostó con decisión a esa perspectiva. A su vez, con mucha inteligencia, sobre todo Jorge Busti, supo valorar que ese consenso en la entrerrianía venía de la mano del gobierno que está haciendo Néstor Kirchner.
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-Los territorios departamentales. Mirada con la prolijidad con que se termina configurando una propuesta provincial exitosa, cabría suponer que las construcciones departamentales quedaron más libradas a la improvisación. Sin embargo, algunos detalles hacen que se destaque el pulso de la conducción provincial también en estos distritos. En Concordia, en torno a Gustavo Bordet se aglutinó una gama de militancia plural que a su vez constituye una misma franja generacional. El entusiasmo en voltear el conservadurismo profundo del intendente Juan Carlos Cresto aportó una dinámica importante a una ensalada que contó con la fuerte presencia del gobernador y el aparato punteril histórico del justicialismo en el lugar. El triunfo de Juan José Bahillo en Gualeguaychú es un producto con la marca y el sello del vicegobernador Pedro Guillermo Guastavino, al punto que la presencia de Jorge Busti y del candidato a gobernador Urribarri fue dosificada en pequeñas gotas. Sobre todo el gobernador hizo pasadas fugaces, cosa de hacer notar que la propuesta provincial también existía, pero nada más que eso. El que recorrió las calles junto al candidato a intendente fue Guastavino y nadie pone en cuestión que es un triunfo suyo, el propio Bahillo se encarga de remarcarlo.
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-La oposición en los departamentos. Si bien en el propio despliegue territorial del oficialismo triunfante se encuentran matices y perfiles especiales propios de la historia de esos lugares, cuando se analiza lo sucedido con la oposición también se halla lo mismo. La Unión Cívica Radical logró retener la ciudad y el departamento Federal. El Frente para la Victoria que encabezaba Julio Solanas ganó los departamentos de San Salvador y Rosario de Tala. Por parte del radicalismo, tanto Sergio Varisco en Paraná como Carlos Cecco en Federación no pudieron resistir el aluvión justicialista. Por el lado del solanismo, los armados de Hugo Berthet demostraron eficacia: Horacio Díaz, una persona de su confianza, salió elegido senador por el departamento San Salvador; Juan Navarro terminó ganando en Tala, infligiendo una dura derrota al inefable Marcelo Casaretto, y en Colón se perdió por un pelito.
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-El radicalismo. La estadística es un indicador fantástico para valorar apreciaciones. Desde estas páginas se auguraba una catástrofe radical con posibilidades de fondear el límite del diez por ciento del padrón de electores. En el cotejo con los resultados actuales el error queda marcado en casi diez puntos. Miradas así las cuentas, se puede decir que el error ha sido apreciable y que encuadra situaciones políticamente diferentes. Un radicalismo con menos del diez por ciento pasa a la categoría de agrupamiento chico, sin posibilidades de disputa de gobierno en los períodos inmediatos. Los 19 puntos que alcanza en el resultado final, si bien lo ubican a distancias de ese fatídico, menos del diez por ciento no lo saca del ahogo. Al caer por debajo del 20 por ciento el radicalismo sigue retrocediendo en las expectativas entrerrianas y aunque el punto de diferencia que le saca al Frente para la Victoria de Solanas lo ubica en el pomposo segundo lugar, bien mirado no le sirve de mucho.
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-El solanismo. El resultado actual es por demás engañoso pues mirado desde el frío número de un 18 por ciento no resulta mala elección. Sacar ese porcentaje de votos en el primer evento electoral del agrupamiento resulta estimulante. El Frente para la Victoria y la Justicia Social obtendría tres senadores provinciales. Si a esto se agregan los cinco diputados, se termina armando una estructura institucional importante, superior a la que puede exponer el radicalismo. El problema que se le presenta al solanismo tiene más que ver con la ideología que con las matemáticas. En los lugares en que el agrupamiento levanta cabeza se corresponden con mojones construidos por el ahora electo diputado provincial Hugo Berthet. Los dos senadores electos son de su cúneo y el tercero, que no fue pero que estuvo cerca, del departamento Colón responde al actual diputado provincial Rubén Adami, que también fue incorporado a la propuesta del Frente para la Victoria de la mano de Berthet. Naturalmente, a estas construcciones Berthet les dio su propio perfil más bien nostálgico del derrumbe menemista que apóstoles de la constelación kirchnerista.
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-Democracia y consenso. Las urnas hablaron luego de un marco de participación electoral intenso. Hubo lugares en la provincia donde la concurrencia estuvo cerca del 100 por ciento. Concretamente en Santa Ana, hermoso paraje del noreste entrerriano, en una escuela hubo el 97 por ciento de concurrencia. El día aportó en el éxito de la jornada, pero también hay una cultura de participación electoral en Entre Ríos que forma una base significativa. Vale la pena recordar cuando las elecciones para Presidente en abril de 2003, con la mitad de la provincia inundada, el presentismo electoral rozó el 80 por ciento. En este marco de protagonismo se dibuja una tendencia social que afirma claramente un sentimiento con el rumbo que tienen las cosas en la provincia y en la nación. Todo atisbo de disconformidad ha dado muestra de ser un pensamiento minoritario, y si se quiere marginal, en el concierto político provincial. Esta realidad que se vive y que se va afirmando en cada nuevo registro tuvo sus comienzos precisamente con el triunfo de Néstor Kirchner, con el quiebre del menemismo.
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