-Perón, Perón. Más bien con un paso demasiado parsimonioso el vicegobernador Pedro Guillermo Guastavino ha ido tomando conciencia de que su poder dentro del justicialismo provincial se asienta en el cómo y en la forma en que defiende las posiciones políticas del Presidente Néstor Kirchner. Ya tuvo que hacer notar y poner sobre la mesa su postura. Fue en los días previos a que se terminara cerrando el lugar del gobernador de Mendoza, Julio Cobos, como candidato a vicepresidente en el binomio presidencial que encabeza Cristina Fernández. Resulta que en una reunión en el Senado, Hugo Berthet puso de manifiesto su deseo que desde el justicialismo entrerriano se apoye la postura de un binomio presidencial todo peronista y que en ese sentido se postulara a Carlos Reutemann en el lugar de Cobos. Allí Guastavino salió a cortar en forma parca pero contundente. En esa oportunidad Guastavino señaló que la decisión del gobernador y del justicialismo era apoyar las disposiciones del Presidente Kirchner y que los deseos de Berthet estaban fuera de discusión.
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-Feliciano también existe. Como es de dominio público esta maniobra por peronizar la propuesta presidencial fracasó y en pocos días más será proclamado el binomio Fernández-Cobo para las elecciones de octubre. Pero en aquella reunión en el Senado provincial, la salida seca y contundente de Guastavino y el silencio del ambiente fueron indicadores categóricos para que Berthet tomara nota de que era conveniente replegarse. De todas maneras, a nadie pueden sorprender las idas y venidas del senador por San Salvador en ver cómo se tuerce el proceso político en una vuelta al menemismo. En este sentido, esta maniobra de peronizar el binomio presidencial le debe haber resultado muy atractiva, más si se toma debida nota de que al frente de la idea estaba el mismísimo Duhalde. Es indudable que esto de enredar al kichnerismo en la madeja de la burocracia justicialista congrega unas cuantas voluntades. Como esta onda peronizadora proponiendo a Carlos Reutemann tuvo determinada trascendencia, llamó mucho la atención en las filas justicialistas que en esos mismos días Jorge Busti jerarquizara a Berthet con la nominación para integrar el futuro Consejo Provincial del Partido. Estas estrategias de cúpula, por decirlo de algún modo, se ligan a otras más sutiles, con menos prensa, pero palpables y que suceden en el noroeste entrerriano.
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-La mano de Busti. Tal como se decía de Berthet, no puede haber sorpresas sobre el andar del senador Firpo. Lo que también se señala en los corrillos justicialistas es que tales maniobras no son desconocidas para el gobernador Busti. Es que hay quienes apuestan que en estos tanteos hechos por Berthet y luego por Firpo, está también presente el aliento del gobernador. Como midiendo la presión al aceite en cada momento, Busti va explorando la situación hacia el interior del justicialismo ante un período que no estará al frente de la Gobernación de la provincia. El devenir político post 10 de diciembre, cómo se ubican y componen los distintos liderazgos constituyen una obsesión recurrente que le carcome la cabeza al atribulado gobernador. En ese ratoneo infernal, la idea de que la fórmula presidencial quede algunos escalones por debajo de los votos que apoyan al resto de las postulaciones justicialistas, es una alternativa que le calienta el entusiasmo.
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-Seis mil docentes. Poco a poco las ansiedades del gobernador con relación al futuro de la provincia y a su destino personal se han ido configurando en estos derroteros. Es claro, toda esa imaginación con ese futuro, con los entrerrianos deseando su pronta vuelta, se interrumpe abruptamente cuando la inmensa marcha docente zapatea y salta desbordante en la explanada de la casa gris. Para colmo los docentes, calentitos en las pretensiones de un salario que les devuelva el poder adquisitivo de unos meses atrás y fortalecidos en esa manifestación de unidad, entonan cantitos que lo indigestan malamente. Eso de “...en esta casa hay una banda de delincuentes....”, realmente lo puso de la nuca a Busti. No es la primera vez que se la cantan, en otras gobernaciones con su nombre se escucharon canciones mucho más duras por parte de docentes y estatales, pero en el contexto general que imponía el menemismo esas imputaciones se despersonalizaban.
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-El 22 de agosto. Sabido es que cuando el gobernador se pone impaciente y ansioso entra a imaginar movidas que repongan las cosas en el lugar donde las puede controlar. La mayoría de las decisiones que toma en esas circunstancias no son las que mejor abonan su liderazgo, pero bueno, ahí están. Dolido por los cánticos e indigestado por la multitud de docentes congregados, el gobernador lanzó una movilización de autodesagravio con fecha el 22 de agosto. Lo más posible es que este designio de Busti deje en el olvido las pretendidas ofensas docentes y termine siendo un acto a puertas cerradas donde el gobernador rinda homenaje a los 16 militantes revolucionarios fusilados en la Base Almirante Zar, durante la dictadura del general Alejandro Lanusse, el 22 de agosto de 1972. Como se dijo antes, no es la primera vez que a Busti se le ocurren propuestas apresuradas que luego tiene que morigerar para no quedar mal parado.
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-Las tensiones sociales. Saliendo del entorno de estos tire y afloje entre gobierno y docentes, cabe reflexionar sobre el acontecimiento de esa movilización que dejó conformes a los propios convocantes. La cuestión hace pensar que por lo menos dos factores armaron el cóctel movilizador. Por un lado, el proceso inflacionario que fundamentalmente repercute en la canasta básica de alimentos. El deterioro en el costo de vida es palpable y está atacando dos rubros de consumo cotidiano tales como la verdura y la leche. Este tema de recuperar el deterioro reciente es un estímulo explosivo, pues prácticamente los trabajadores lo consideran un derecho adquirido. Cualquier docente y cualquier trabajador consideran que los puntos ganados por el salario real en las luchas precedentes constituyen una barrera sobre la cual no se puede retroceder. El otro punto hace a una cuestión más general y estratégica.
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-Las recetas. Si la movilización docente hizo la punta, los trabajadores estatales en otra dinámica también se abren paso en demanda de mejoras salariales. En última instancia, la diferencia en el ropaje no diluye la identidad básica de que todos son trabajadores y que pretenden cubrir necesidades y demandas semejantes. Este movimiento golpea las bases mismas de la gestión pública que ha caracterizado a Busti.
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