Sandra Miguez

A dos meses del recambio institucional ANALISIS habló con el ministro de Salud y Acción Social, Gustavo Bordet, sobre los aciertos y errores de una gestión de gobierno que llegó con el objetivo de “organizar y administrar” los recursos tras la crisis por el escándalo de la quema de alimentos. La problemática del recurso humano en Salud parece ser el tema pendiente, donde el ministro señala “hay corporaciones muy fuertes”. Bordet reconoce además que hay dos temas que lo afectaron fuertemente: la infección de HIV de una joven embarazada producto de una transfusión sanguínea realizada en el Hospital San Roque y el caso de la menor discapacitada violada. “Antes de que se judicializara el tema, la interrupción del embarazo se iba a practicar y no había objeción de conciencia. La gran hipocresía es que todo esto se produce en los sectores de más bajos recursos de la población, que son los que no tienen acceso a la medicina privada, porque en otros casos se practican en institutos privados y ahí no hay objeciones de conciencia”, señaló y acusó a los grupos fundamentalistas de ejercer presión sobre el sector.

Próximo a cerrar la gestión de gobierno, ANALISIS entrevistó al ministro de Salud y Acción Social para conocer los aspectos más relevantes de esta transición, a la que Gustavo Bordet califica de “ordenada”.

“Todos los programas están organizados y hemos trabajado para que la transición sea ordenada”, asegura el ministro para agregar que “los programas que se ejecutan con recursos propios ya están organizados para que presupuestariamente se puedan mantener durante todo el 2008”. Entre ellos se encuentran los programas de capacitación y promoción de empleos, de construcción de viviendas sociales, de asistencia alimentaria, los beneficiarios de la Ley 4.035, el Plan Nacer, con ejecución en 10 departamentos de la provincia, que antes de noviembre alcanzará a los siete restantes; si bien éste es un programa nacional, recibe aportes del presupuesto provincial para garantizar gastos operativos y contrataciones de servicios.

Dentro del balance de gestión hay cuestiones que Bordet señala lo han marcado particularmente.

-¿Cuáles han sido las situaciones más difíciles que sucedieron en esta gestión?
-Hay dos situaciones claras que me han impactado fuertemente. La primera es el caso de esta joven que fue infectada con HIV. La mala praxis puede ocurrir pero lo que me pareció inaceptable fue cómo se manejó este tema y la falta de contención de las personas damnificadas; algo que modificamos una vez que nos enteramos de la situación y es algo que no puede volver a ocurrir. Y los cambios que se hicieron fueron hechos para que no vuelva a ocurrir esto. Es muy grave el hecho en sí de la infección pero también es gravísimo que el Estado no haya actuado como debía haber actuado.

-¿En quiénes recae la responsabilidad de esa actuación?
-Desde la estructura de la Secretaría de Salud, pasando por la Dirección del Hospital, hasta la persona que participó directamente de la transfusión. Toda la línea.

-¿Cuál es el otro tema que lo preocupa?
-El caso de la menor discapacitada. Esta discusión sobre un tema que nunca tenía que haberse discutido. La polémica de un tema que nunca debiera haberse polemizado. Porque vivimos en un Estado de Derecho, hay un Código Penal que ampara a las mujeres que han sido víctimas de violaciones para que puedan practicar un aborto e interrumpir el embarazo. Pero cuando empiezan a intervenir grupos fundamentalistas donde se mezcla lo emocional y lo moral con lo legal y el Estado de Derecho, es donde se entra a confundir a la sociedad. Se presenta a las personas –entre los que se me incluye- como “cultores de la muerte”, cuando no hay nada más lejos que esto. La única cultura de la muerte en la Argentina fue justamente cuando no había Estado de Derecho y muchos de estos grupos fundamentalistas apoyaban a esa falta de Estado de Derecho y a la dictadura, donde se producían las violaciones más aberrantes y donde se sometía a todo tipo de tortura a las mujeres embarazadas, se las obligaba a abortar e inclusive se apropiaban de sus hijos. Este tema me impacta, cuando se entran a mezclar lo moral y lo legal, porque cada uno puede tener su concepto moral y sus emociones, pero la emoción no cuenta cuando uno tiene que hacer cumplir la ley con respecto a una mujer, con respecto a una madre en una situación no deseada. Esto también es inaceptable.

-¿Hubiera tomado alguna decisión distinta en alguno de estos casos?
-Sí, en el tema de HIV. Si hubiera tomado conocimiento antes, hubiera actuado en el mismo sentido pero más diligentemente. En esto del aborto no, porque para mí es una situación muy clara, respeto la decisión de la madre, no pongo en tela de juicio su decisión y está dentro de un ordenamiento legal que tenemos que respetar. Y está muy bien que así sea, porque más allá de lo legal hay que estar en el cuerpo de una mujer que fue violada y que puede llegar a tener un hijo no deseado. La hipocresía a la que se hace alusión está del otro lado; la hipocresía es no actuar para saber quién es el violador, porque acá parece que se actúa sobre la víctima y no sobre quien cometió el delito.

-¿Con este criterio no se podría haber garantizado que en Entre Ríos se hubiera practicado la interrupción del embarazo?
-Antes de que se judicializara el tema, la interrupción del embarazo se iba a practicar y no había objeción de conciencia, ninguno hizo objeción de conciencia. Después los médicos plantearon objeción de conciencia, pero lo plantearon por la presión y porque no soportaron la presión y tuvieron miedo de los grupos de fundamentalistas que actuaron en la ciudad de Paraná. Los médicos actuaron primero de una manera y después de otra. También se dijo que se actuó en forma secreta y oculta y eso no es verdad. Lo manejamos con toda la prudencia para proteger a una víctima, que era una menor, y proteger a todo el entorno familiar, en un tema muy doloroso como para estar publicitándolo por todos lados. El hecho es que no se pudo garantizar aquí en Entre Ríos porque el tema alcanzó tanta repercusión pública que junto con el Ministerio de Salud de la Nación se optó por garantizar la asistencia desde el Estado en un hospital público. La gran hipocresía, la verdadera hipocresía, es que todo esto se produce en los sectores de más bajos recursos de la población, que son los que no tienen acceso a la medicina privada, porque en los otros casos en los que no se conocen, se practican todos en institutos privados y ahí no hay objeciones de conciencia.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)