Se acabó la luna de miel de los primeros 100 días de gestión. El gobierno provincial pasó las vacaciones sin sobresaltos, pero ahora se viene el tiempo de confrontación. Y aunque los docentes están en calma, el resto de los estatales se puso en pie de guerra y rechazó el aumento salarial ofrecido. El disciplinado alineamiento con el gobierno nacional ofrece garantías recíprocas en especias y también una absoluta dependencia política con el pingüinismo. La oposición sigue de vacaciones y todo lo poco que se opone se rompe o se compra, y el declamado transversalismo puritano se convirtió en travestismo puro. Se multiplica el mundo del consumo superfluo mientras que el Estado mantiene a trabajadores esclavos de 150 pesos. De a ratos la Convención corrige el eje de atención hasta que la refrescante realidad pone las cosas en su lugar. Hoy todo es presente, el futuro está vedado, por lo pronto, y reducido a la vida conyugal del partido en el gobierno, por cierto, “hasta que la muerte los separe”, es decir, hasta la próxima interna.
Hugo Remedi
Quienes se sienten entendidos en la materia aseguran que el idilio entre la sociedad y sus nuevos gobernantes dura aproximadamente unos 100 días. Si diésemos por cierta tal afirmación estaríamos entonces ante la vecindad de un nuevo tiempo en la relación entre gobernante y gobernado: tal vez de mayores exigencias.
En verdad, este centenar de jornadas, ha pasado sin demasiados sobresaltos para el gobierno del peronista Sergio Urribarri. Pero también lo es que la criatura que profesa no más de tres meses y poco más de vida incluye días jubilosos de asunción, fiestas navideñas anestesiantes y, al fin, distractivas vacaciones, se tenga la suerte de viajar o no.
Por otro lado, en enero se efectuó el lanzamiento de la Convención Constituyente destinada a reformar la Constitución Provincial de 1933, cuya demanda de trabajo indudablemente inhibe el ímpetu combativo de lo que queda de la oposición y de ese modo la incipiente gestión de gobierno transita, por lo pronto, por senderos alentados por el viento de cola.
Habitualmente, el mes de marzo ilumina el punto de inflexión por el cual la sociedad en general retorna a la realidad cotidiana y comienza entonces a medir las gestiones de gobierno en su verdadera dimensión y desde allí se renuevan las exigencias.
Urribarri, según se encargó de decir él mismo y quien le precedió en el cargo Jorge Busti (actualmente presidente de la Cámara de Diputados de la provincia y también de la Convención Constituyente), recibió una provincia ordenada, en caja y con futuro; todo lo cual pone al nuevo concordiense gobernador en la indubitable responsabilidad de asumir la gestión con beneficio de inventario, es decir, todo lo que se haga para adelante lo tendrá como único responsable tanto en costos como en beneficios.
En ese rumbo, el gobierno de Urribarri viene haciendo una eufórica apuesta al gobierno nacional en un tono de continuidad al que hizo Busti. La lección aprendida luego de vastos años de recorrer el mundo ministerial del gobierno nacional no fue en vano. Para estar al calor del poder no hay medias tintas: se está adentro o afuera, así de contundente y más allá de las ideologías (cuántos conocidos de hoy profesaron entonces la fe menemista y los radicales K la fe delarruísta) y sobre todo, si quienes controlan la perversa llave que maneja el control remoto de los gobernadores a través de la plata son los pingüinos. Y por cierto, en ese sentido, han demostrado ser excepcionales en la especialidad.
De hecho, el gobierno provincial, en este coqueteo indispensable también apuesta toda su dependencia política hacia el kirchnerismo persuadido que por lo pronto los tiempos venideros inmediatos no le aventurarán demasiados riesgos en función de aquel alineamiento. Hoy por hoy, todos se muestran disciplinados ante la undécima letra del abecedario, incluidos peronistas, radicales, transversales, vecinalistas, parroquias, clubes, cabarets, latinos y bolivianos.
Con las flamantes retenciones al campo el gobierno nacional generará una nueva oleada de recursos que promete ser récord y que le servirá para repartir a tono con las adhesiones y de ese modo poner a los gobernadores en fila, tomando distancia y en silencio.
Hay economistas que sostienen que las provincias no están siendo coparticipadas de los impuestos que más recaudan y en forma paralela tienen que afrontar con recursos propios los aumentos salariales del personal del Estado. Así como se asegura también que, la Nación de cada 10 pesos destina uno a sueldos en tanto que las provincias en promedio, de ese mismo monto, siete los destinan al pago de haberes. Asimismo, de los ingresos de las provincias, más de la mitad provienen de la coparticipación, de lo que se desprende con absoluta claridad la extorsionadora dependencia que genera el poder central como dueño de la caja.
Muchas veces, gobernadores o legisladores asumidos en rebeldía pegan algunos gritos destinados a reformar el actual sistema de coparticipación federal que ya lleva un atraso de 14 años, según se estableció originalmente en la reforma de la Constitución Nacional, allá por 1994, pero luego por “disciplinados o desmemoriados” la motivación termina como la manteca al fuego.
Mientras subsista este sistema clientelista, los gobernadores “federales” seguirán siendo meros gerentes del Poder Ejecutivo Nacional y encontrarán en los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), subsidios y alguna que otra obra pública el atajo para superar la falta de ingresos genuinos.
De allí se entiende que muchos apuesten desde el pragmatismo lógico, generar “relaciones carnales” productivas con el poder central antes que clamar justicia y morir en el intento.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
