-La quema. Los choques ocurridos en la madrugada del miércoles 9 de abril en la ruta 9 fueron realmente dantescos. La crónica gráfica surgía fría y formal como para reflejar la magnitud del desastre. El incendio de camiones con sus respectivas cargas, ómnibus rotos, autos bajo camiones; el espectáculo llamaba al asombro. En el medio de esos kilómetros de hierros retorcidos y de fuego emergía la evidencia de que algún Dios se había apiadado como para meter mano y salvar lo que bien pudo ser una masacre. Con el correr de las horas se pudo ver que esta imagen era sólo el comienzo. El humo causante del desastre en la madrugada de ese día se propagaba inundando 50.000 hectáreas de quema.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS)
-Responsabilidades. En los primeros momentos del drama, es decir en la mañana del día nueve, todo parecía estar claro. La niebla se había mezclado con el humo de los incendios de campos. La explicación del porqué de los incendios de campos también aparecía natural. La quema del pasto seco surge como el expediente más sencillo y menos costoso para hacer que aparezca pasto nuevo necesario para el alimento del ganado vacuno. Con la extensión explosiva de la soja en la tierra firme, la cría del ganado vacuno migró hacia las islas del Paraná. Se calcula que un millón de cabezas pueblan las islas en estos momentos. Lo cierto es que en el comienzo, cuando el incendió irrumpió llenando de humo la capital y obligando a Gendarmería a cerrar las rutas afectadas, nadie ponía en discusión el hecho de que los focos eran voluntarios, pues se corresponde con una práctica habitual en la zona. Tan natural resultaba, que informes periodísticos hicieron notar que en 2004, ante un procesamiento de 16 personas por causar incendios en forma deliberada, la Cámara de Apelaciones de Entre Ríos los sobreseyó porque la quema de campos, decía, constituye “una práctica ancestral”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS)
-La explosión de las internas. Por supuesto, el justicialismo entrerriano siempre sensible se anota en las primeras líneas de la agitación que envuelve a la República. La reunión del ruralismo entrerriano con legisladores nacionales en la Biblioteca Popular fue el escenario elegido por Cristina Cremer, esposa del ex gobernador Jorge Busti, para ensayar una autocrítica por no haber estado en los cortes de ruta en solidaridad activa con las reivindicaciones del campo. En un tono menos estridente pero en un claro sentido de confrontación con la política de los Kirchner, el ex mandatario propuso convocar a una reunión de los parlamentos de la zona centro, esto es Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba, para discutir el conflicto del campo y plantear al gobierno nacional las alternativas que se crean convenientes. La iniciativa partió del diputado nacional Emilio Martínez Garbino (Concertación Entrerriana) y fue asumida como propia por el ex gobernador, que si bien no asistió a la reunión, estuvo a través de la palabra y opinión de su esposa.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS)
-“El Pato” mete la cola. Es claro, a más de un seguidor de lo que hace o deja de hacer el justicialismo entrerriano le llama la atención ese posicionamiento tan confrontativo por parte del ex gobernador. Como es natural en estos corrillos se interrogan sobre las razones de este suceso. Jorge Busti siempre ha eludido confrontaciones duras con los referentes nacionales. Lo suyo ha sido resguardar el liderazgo excluyente en la provincia y soslayar en la medida de lo posible la toma de posición en alineamientos nacionales; por lo menos eso ha sido su derrotero en los últimos tiempos. Cuando se abrió el enfrentamiento con Mario Moine, eludió trasladar esta rencilla doméstica a un enfrentamiento con Carlos Saúl Menem. En ese entonces, una vez que derrotó desde abajo a Jaime Martínez Garbino, que jugaba como candidato del oficialismo, se dedicó a congraciarse con el riojano. Con el liderazgo del matrimonio Kirchner fue distinto. Si bien Busti vivió la propuesta del sureño como de otra galaxia, poco a poco se fue haciendo su lugar. Busti, como referente fuerte del peronismo entrerriano, le supo asegurar a Kirchner los triunfos en el nivel que las circunstancias lo hacían necesario. Las victorias electorales del justicialismo entrerriano estuvieron dentro de la media del apoyo nacional conquistado por el kirchnerismo. Pero hubo un acontecimiento que quebró ese escenario armonioso en donde Jorge Busti se movía con soltura. Cuando no pudo concretar la Reforma Constitucional que le habilitara a la reelección, a Jorge Busti se le complicó la vida y por lo tanto su liderazgo. Como todo el mundo sabe, Sergio Urribarri, antes de ser elegido por la ciudadanía fue designado por Busti como el candidato por el justicialismo. Muy conciente de sus límites, el ahora gobernador en ningún momento se planteó alternativizar en el liderazgo del justicialismo entrerriano a su mentor, Jorge Busti.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS)
