Claudio Cañete
En la noche del lunes falleció en Paraná el reconocido compositor e intérprete Jorge Mockert, de 49 años, víctima de una grave enfermedad que le detectaron a principios de año. La noticia conmovió esta semana a la capital entrerriana y llenó de dolor a su círculo de afectos y al ámbito de la cultura, al que le dejó el legado inmenso de una obra compositiva reconocida en el mundo. Su talento ha sido tan grande como ahora lo es su ausencia. Su música exquisita, de un colorido local y universal a la vez, es tan trascendente como lo es ahora su recuerdo.
Quien por estas horas ingresa a su sitio oficial en Internet, se encuentra con un instante emotivo que sintetiza la figura de Jorge Mockert: el sonido de su música, el detalle escrito de su larga trayectoria y varias fotos que extractan su semblante tranquilo.
Además, una frase que le agradece: “Gracias maestro por tu música y tu persona”. Esa consigna fue la que se advirtió en cada lágrima de los familiares, los amigos y la gente que fue a darle su último adiós, a lo largo de un lunes triste.
“Puede afirmarse con total objetividad que Jorge Mockert fue quizás el paranaense que con mayor versatilidad incursionó dentro del arte musical con sentido universalista, alcanzando una dimensión ciertamente encomiable que él sustentó en amplios conocimientos en lo técnico, un alto nivel en sus dotes como intérprete y, como rodeando su mundo íntimo en el cual se sumergió con total entrega, una capacidad creativa poco frecuente.
Había nacido en Paraná (su amada Paraná) hace casi 50 años y su manifiesta vocación hizo alumbrar prontamente una dedicación total asumida como un virtual compromiso existencial. Pianista, compositor, arreglador y percusionista, se llenó de saberes en el prestigioso Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional del Litoral, de donde surgieron tantas figuras que llevaron su arte musical fuera de nuestras fronteras”, escribió el periodista Luis María Serroels a las pocas horas de conocerse el deceso.
“Su vida era la música, trabajó hasta el último instante de su vida. En el momento en que el dolor lo quebraba, lo único que lo mantenía entre nosotros era la música. Estuvo componiendo, porque había adquirido el compromiso de presentar una obra para el mega-concierto de los 60 años de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos, concierto que se hará en menos de un mes; en un mes compuso el repertorio sinfónico. Recogió el guante y se puso a trabajar”, declaró su inseparable hermano Ernesto Tata Mockert.
“Casi todas las orquestas del país interpretaron sus obras, el Teatro Colón lo vio dos veces en la Sala Mayor y otra en el Salón Dorado, y sus obras se estrenaron en distintos países del mundo. Pido que mi hermano sea recordado como un compositor”, agregó su hermano.
“Jorge no murió, se fue de gira, para tocar mejor y continuar creando”, comentó muy dolida la cantante María Silva, con quien compartió innumerables actuaciones. Gustavo Koky Satler, Daniel Rochi y Alfredo Ibarrola, fueron otros amigos que también expresaron su dolor ante la consulta de los medios de comunicación.
Mockert nació el 20 de octubre de 1958 en Paraná. Comprometido con su tiempo y lugar, ha merecido el reconocimiento nacional e internacional por una obra que lo sitúa entre los músicos argentinos más relevantes de la generación del nuevo milenio. Compositor, arreglador, orquestador, pianista y percusionista, se inició en la vida musical como baterista de rock del grupo Magma durante 1974, recibiendo las primeras lecciones de Quique Cumar y luego con Horacio Motura, con quien se perfeccionó. En junio de 1978 participó como baterista en la grabación del disco de larga duración Tal vez, del compositor porteño Ricardo Dal Farra, junto a importantes figuras de la música popular argentina como Antonio Agri, Bernardo Baraj, Arturo Schneider, Domingo Cura, Rubén Barbieri, entre otros.
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