-Tomando vuelo. La semana anterior, en estas mismas páginas, se trató de destacar la intención del gobierno provincial en rodear de una orientación estratégica cada paso de su gestión. No es tarea fácil en el contexto de una tradición caracterizada por la improvisación y el antojo. En esto de hacer memoria no puede dejarse de mencionar que cuando Sergio Montiel compró el Tango 04, una de las razones esgrimidas perseguía el propósito de abrir una línea de vuelo al Mato Grosso, en Brasil. Cuando el gobernador era el contador Mario Moine, la gestión se hacía fácil pues de lo que se trataba era de privatizar, porque la orden de Domingo Cavallo era esa y no había margen. Los tres gobiernos de Jorge Busti fueron parejitos, todo quehacer estaba en función del armado para el acontecimiento electoral más inmediato. Interno o general, de autoridades partidarias o de renovación de autoridades ejecutivas y parlamentarias, todo lo que tenía que ver con urnas eran cuestiones fundamentales para el ex gobernador. Lo que se denomina punterismo político, es decir, decidir en función del tactiqueo del momento, fue la bandera que caracterizó la gestión de Busti en sus tres mandatos. Áreas tan sensibles como la educación y la salud pública quedaron grabadas por esa metodología de gestión. Entonces, si se recorre la historia reciente se puede advertir que no es nada fácil romper esa rutina. Además, no se puede dejar de tomar en cuenta la parte más notable de esta historia. El juego de la improvisación fue practicado por el gobierno de turno, pero no lo hacía solo: los grupos de poder que actuaron y actúan en la provincia se vieron favorecidos por esos códigos.
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-De vuelta la salud. Valorando como aspecto más que positivo esta concepción de la gestión pública de la Gobernación de Sergio Urribarri, es un dato a procesar con rigor la crisis suscitada en el área de Salud precisamente. Recientemente se produjo la renuncia de Mario Elizalde como secretario de Salud de la provincia y en su reemplazo fue nombrada la contadora Graciela Traverso. Como ya se advertía más arriba, ésta es un área sensible de gobierno y que está expuesta a recurrentes crisis de gestión. Salud es un área donde cuesta encontrar personas que sumen a su profesionalidad
la sensibilidad necesaria que requiere esta función. Desconciertan las gestiones. Generalmente se elige un médico en la idea de que por ser médico conoce de salud. Es un error muy común pues nada habilita a una persona que por conocer enfermedades tiene que conocer sobre política de salud. Busti en su última gestión profundizó en el error, pues trasladó a médicos dueños de clínicas al frente de los hospitales públicos. Seguramente esta decisión estaba sostenida en la intención de aprovechar la capacidad administrativa privada en beneficio del hospital público. Las cosas no anduvieron bien pues el hospital público siguió profundizando su deterioro en tanto las grandes clínicas fueron recomponiendo economías. Con el nombramiento de Elizalde se impuso una persona de reconocida honradez y apego al hospital público. Es decir, en principio se garantizaba la lógica independencia con respecto a las corporaciones privadas que operan en el ámbito de la salud.
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-El problema es la política. Si bien la nueva secretaria de Salud aparece eficiente en el manejo de las cuentas, este aspecto está lejos de cubrir las necesidades de gestión en esta área. Poner en línea a la provincia con los programas nacionales es importante pero no suficiente. La salud pública encierra una paradoja que a su vez es la causa de los grandes problemas. Toda inversión del Estado en la salud es poca y en general se tienen que hacer grandes esfuerzos para que los recursos destinados al sector tengan alguna importancia. Por lo general son escasos e insuficientes. Sin embargo, en torno a la salud existe un movimiento gigantesco de dinero. Pero esa masa de recursos que circula es de capital privado. Este capital por su propio carácter procura fundamentalmente su rentabilidad. La salud que puede prodigar está sujeta a su rentabilidad. Los laboratorios necesitan vender y por lo tanto vuelcan grandes recursos promoviendo el consumo de
los medicamentos sin importar el daño que provoca el uso indiscriminado. Basta prender la televisión y hacer un seguimiento de las propagandas para dar cuenta de las afirmaciones que se hacen. Con la aparatología respectiva también sucede lo mismo. Se promueve la competencia sin importar que para poder financiar esas inversiones es necesario fabricar enfermos con esas necesidades. Nadie que se mueva en el sector desconoce esta situación. En un estudio hecho en la primera Gobernación de Montiel se llegó a determinar que en la provincia de Entre Ríos la inversión en salud en valores comparativos era superior a la de Canadá. Pero en Entre Ríos no existía la misma salud que en Canadá.
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-La resurrección de Cresto. Las palabras son las palabras y encierran un significado que no se puede desconocer. Enrique Cresto, hijo de Juan Carlos Cresto, ex intendente de Concordia, irrumpió intempestivamente en el acontecer político diciendo que “Urribarri es una figura acéfala”. Es decir, la referencia del ex candidato a vicegobernador por la Lista 100 estaba direccionada a la figura personal del actual gobernador y no a su lugar institucional. En una palabra, Cresto no dijo que la provincia está acéfala, que sería lo más entendible. Lo dicho es mucho más grave y personal pues sugiere que Urribarri no tiene cabeza. Ahora bien, decantada la violencia expresada en las declaraciones de Enrique Cresto, vale analizar el contexto que rodea para un gesto de este carácter. Es evidente que es muy difícil que el ex diputado Cresto, desde su ambiente natural, haya sacado las energías suficientes como para salir a cortar tan fuerte. Hay que volver a sacar registros para poder valorar que Cresto compuso la fórmula para la Gobernación en la Lista 100 y que sufrió una derrota electoral categórica a manos de la propuesta del justicialismo oficial que llevaba precisamente a Sergio Urribarri a la Gobernación. La Lista 100 salió por detrás de la propuesta encabezada por un radicalismo que caía en la consideración ciudadana sin ninguna contención. Pero además hay que tener en cuenta que los 29 puntos que le sacó de diferencia Urribarri a la Lista 100 no dicen todo lo que se puede decir de ese proceso electoral. Juan Carlos Cresto perdió rotundamente la Intendencia de Concordia a manos de Gustavo Bordet, que componía la fórmula del justicialismo oficial. Hilando fino también se puede decir que Bordet se le impuso a Juan Carlos Cresto a pesar de Jorge Busti. En momentos de la campaña en marzo del año pasado, Busti repetía a sus íntimos que a él le correspondió nominar a Bordet como candidato y nada más.
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