Federico Malvasio

La empresa agroalimentaria de la firma Sagemüller SA espera el fallo de la Cámara del Crimen sobre el concurso preventivo iniciado en el 2004 a raíz del cierre del frigorífico avícola en la ciudad de Crespo. Los empleados aguardan desde hace un año que la Justicia se expida luego de que un sector del grupo de acreedores pretendiera impugnar el acta acuerdo que habían sellado con la firma para cobrar sus servicios prestados. Los 106 ex operarios, mientras tanto, se ilusionan con los rumores que se escuchan por las calles del pueblo: el frigorífico volvería a abrir.

Aún quedan perdigones de lo que fue el quiebre económico del 2001. En la provincia el caso más revelante fue el cierre del frigorífico avícola de la firma Sagemüller SA. El 31 de enero de 2002, los 179 trabajadores de la planta procesadora de pollos comenzaron a recibir los telegramas de despido.

Para Sagemüller, el negocio avícola representaba en el año de la crisis, antes de la devaluación, alrededor de un cuarto de la facturación anual de todas las empresas de la firma. En 2001 alcanzó a facturar unos 120 millones de pesos.

La compañía está conducida hoy por la tercera generación del fundador, don Otto Sagemüller, que poco tiempo después de haber llegado de Alemania, en 1896, comenzó las actividades como compañía independiente en la ciudad de Crespo. El cierre del frigorífico significó un duro golpe para la población, que era hasta hace unos años una pujante localidad con 15.000 habitantes, en su mayoría descendientes de los alemanes del Volga.

Ante esos tumultuosos días de 2001, la empresa venía repitiendo y advirtiendo que hacía un tiempo la planta de pollos estaba siendo subsidiada con otras divisiones que la firma tenía en otros lugares. Con la implosión de la crisis, el cese de actividades para el frigorífico fue sin anestesia. “La situación era insostenible y preferimos optar por el cierre para asegurar el resto de los negocios del grupo”, explicaron en Sagemüller.

La empresa, controlada por Francisco Eduardo Sagemüller, participaba en el negocio del pollo con la marca Óptimo, y su principal competidor en este mercado era Cresta Roja, del grupo Rasic.

El holding cuenta con un complejo industrial donde fabrica las líneas de harinas de trigo, arroz, farináceos, yerba mate y rebosadores, con distintas marcas como Bacán, Keksy y Bárbara. Sagemüller posee además otras dos fábricas en la Argentina: una en la localidad de Villa Mercedes, San Luis, y otra en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires. La firma también tiene una planta de alimentos para mascotas en las afueras de San Pablo, Brasil.

Al igual que otras empresas, las sociedades integrantes de este holding de capitales nacionales no fueron ajenas a la crisis económica y financiera que alcanzó a todo el país y provocó por la vía judicial la reestructuración de su pasivo.

Las causas de Sagemüller

Son varias las causas contra Sagemüller SA acumuladas durante el período 2001-2004. Una de ellas refiere a la denuncia que la AFIP realizó contra el empresario por no pagar aportes sociales y gravámenes fiscales por 5,3 millones de pesos. La denuncia calló en el Tribunal Oral Federal en lo Criminal de Paraná.

La causa se sustanció bajo la carátula “Sagemüller Francisco Eduardo y otros sobre infracción al artículo Nº 9 de la Ley 24.769”, que comprendía dos situaciones: la apropiación indebida de aportes del sistema de seguridad social de los empleados de la firma y evasión fiscal en grado de tentativa inidónea mediante la retención de fondos originados por el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y Ganancias por una suma aproximada a los 5,3 millones de pesos.

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