Daniel Enz
El hecho es una modalidad de los últimos meses, aunque casi no tiene repercusión pública: el robo de agroquímicos, en campos entrerrianos, lo que significa un negocio de miles de dólares por el alto costo de los productos. Todo indica que “la banda” tiene algunos autores que son de fuera de la provincia, pero la mayoría de sus integrantes tiene residencia en Entre Ríos y siempre dan el golpe después de un aceitado trabajo de inteligencia, para que no existan errores. Los cientos de bidones de agrotóxicos que se roban casi semanalmente son vendidos al mercado negro en Santa Fe, Córdoba o Corrientes; no se denuncian porque muchas veces los papeles de las compras no están en regla –lo que “la banda” siempre sabe con antelación– y el modus operandi tiene el aval de un sector policial de cada zona, que participa del negocio, según pudo determinar ANALISIS.
Desde hace casi dos años, los hechos se repiten en lugares de Córdoba, Santa Fe o algunas zonas de la provincia de Buenos Aires. Siempre no son más de dos o tres los que se muestran. Llegan al lugar en horas de la madrugada, amordazan al cuidador del casco y se llevan los cientos de bidones con agrotóxicos que, horas antes, llegaron a un determinado lugar. “Saben perfectamente cuántos agroquímicos trajeron el día anterior; de cuál se trata, dónde están guardados y cómo son los movimientos en ese campo, para que nadie se les cruce en el camino”, reveló a este semanario un investigador del tema. Esos bidones van a otros lugares de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba o hasta la misma República Oriental del Uruguay. “Muchas veces cruzan en lancha, en un trabajo hormiga, de varias horas, ante el fuerte negocio que avanza en dicho país, con el tema de la soja”, acotan. El tema es que cada producto –como el Roundup– tiene un alto costo y en dólares.
En los últimos tiempos, la mayoría de los hechos se registraron en los departamentos Gualeguaychú y, en menor medida, en Gualeguay o Uruguay. O sea, dos de las principales zonas por donde transitó buena parte del conflicto agrario a principios de este año. No obstante, también hubo casos –en años recientes, pero sin mayor trascendencia– en el norte y centro de la provincia.
Lo saliente del caso es que son muy pocos los atracos denunciados ante la Comisaría más cercana o en sede judicial. “Es porque no siempre están los papeles en regla o bien, si se roba un determinado número de bidones, eso se puede suplantar con otra cosa, diluida y no es fácil de comprobar”, acotan los conocedores.
Las primeras alertas se produjeron en Santa Fe, cuando hace no más de dos años se secuestraron bidones, al parecer sustraídos en Entre Ríos, en las zonas de Concordia y Chajarí. Por esos tiempos, también se habían hallado bidones que tenían directa relación con un robo “tipo comando”, realizado en el establecimiento Veronesi, que se habría producido a partir de la connivencia de la banda con algunos policías del sur entrerriano, quienes habían logrado “liberar” las rutas provinciales para que se pudiera operar con absoluta tranquilidad. A ese inicial caso se sumó la denuncia de Diego Cocos –domiciliado en Gobernador Mansilla–, el 3 de septiembre de 2007, en perjuicio de la firma Gorotoc SA. De allí se llevaron 400 bidones de Iperfosfato Randa, cuyo valor es de 39.000 dólares.
Las estadísticas oficiales indican que:
–Eduardo Garbino, domiciliado en Gualeguaychú, fue el primero que acudió a una dependencia policial a radicar una denuncia por “hurto” en el establecimiento rural El Potrero. Fue el 30 de junio de este año. A raíz de una auditoria en dicha empresa, se halló la faltante de 170 bidones de Glifosato, de 20 litros cada uno, que habían sido ingresados al predio el 6 de abril. “Hubo un auténtico robo hormiga”, se indicó. La pesquisa siempre le apuntó al propio personal del lugar.
–El 28 de agosto de 2008 se iniciaron actuaciones en la Comisaría Herrera, en el departamento Uruguay, por el robo de agroquímicos en despoblado, en perjuicio del establecimiento San Pedro, perteneciente a la firma Cresud SA, perteneciente al grupo Soros. La Policía pudo avanzar en la investigación y logró secuestrar un total de 123 bidones de herbicida marca Roundup Full II, de 20 litros cada uno. Se imputó del hecho a Martín Horacio Tomassi.
–Pocos días después –casi a fines de septiembre– hubo un hecho en el establecimiento denominado Don Napoleón, ubicado a 48 kilómetros de Larroque, cuyo propietario es uno de los especialistas en oftalmología más importante del país. Según pudo determinar ANALISIS, se llevaron 120 bidones de Glifosato, de 20 litros cada uno. Los sacaron de un box, en el que solamente tenían llave dos personas. “Entraron sin romper nada y se llevaron todo”, se indicó. Al parecer, los bidones habrían sido vendidos en Villaguay o Federal. Como consecuencia del hecho, fue despedido el capataz, quien tenía más de 20 años de trabajo en la mencionada estancia.
–Otro episodio de similares características se registró el 27 de octubre. Fue en el establecimiento Los Biondos, ubicado en Pehuajó Sur, departamento Gualeguaychú. Al parecer, varios hombres ingresaron a un galpón sin ejercer violencia y se llevaron 156 bidones de Randa full. A no más de 10 metros, había empleados de la finca trabajando. Ingresaron por un ventiluz y desde allí fueron sacando los bidones. En otros dos lugares del campo estaban perfectamente acomodados un total de 29 bidones –como para también llevárselos–, pero no les habría dado la capacidad del automóvil para colocarlos. Pudo saberse que, a partir de esta investigación, se estuvo a punto de descubrir una estafa importante en la provincia de Buenos Aires –ya que habrían sido las mismas personas–, con dos casillas adquiridas en forma irregular, pero no se pudo avanzar porque el juez de turno retrasó el allanamiento, se filtró el dato y desaparecieron las pruebas que tenían fotografiadas.
La organización
Hay quienes sostienen que existen muchos casos más, pero que no son denunciados.
–¿Esto por qué sucede? –preguntó este semanario.
–Por varios motivos: algunos no lo hacen porque no tienen perfectamente declarada la compra de los bidones; otros por temor. Porque, en varias instancias, saben de dónde vienen los robos, quiénes están detrás y no quieren enfrentarse con gente cercana a altos hombres de la policía o del poder político –indicó la fuente, con amplio conocimiento del tema en cuestión.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
