Marcelo Comas

Ismael Blanco la está rompiendo en el fútbol griego. En su primera campaña se quedó con el título de mejor jugador extranjero y además obtuvo el premio al máximo goleador de la temporada 2008. Enamorado del gol, cada vez que tiene la oportunidad infla los piolines y lleva alegría a los corazones de los hinchas atenienses. No por nada lo bautizaron El Zorro, ya que deja su huella en cada incursión dentro del área, y hasta le encontraron un parecido con el Che Guevara. Hoy en día el artillero entrerriano se ubica en un segundo escalón entre los delanteros más estelares del fútbol europeo, por debajo de las superestrellas de las ligas más importantes, como Lionel Messi y Sergio Agüero. No es un detalle que lo preocupe, por eso va por más y espera la convocatoria para integrar el plantel de la Selección Argentina. “Tengo mucha fe en que algún día voy a ponerme esa camiseta que tanto queremos”, se postuló.

“La capacidad de adaptación a los diferentes ámbitos, el amor propio y la constancia fueron virtudes que siempre se destacaron de los argentinos en Europa”, reza en su párrafo inicial una nota publicada por el diario La Nación, que hace referencia a los futbolistas criollos que se lucieron a fuerza de goles y buen rendimiento. La frase sirve para graficar el presente de Ismael Blanco en el fútbol helénico, donde se ganó el reconocimiento de propios y extraños.

A primera vista, aparenta ser un tipo tímido y reservado, más bien tranquilo y de pocas palabras. Si hasta cuesta horrores sacarle alguna declaración. Sin embargo, es dueño de un fuego interior que lo llevó a ser uno de los goleadores más respetados del planeta fútbol. La referencia es válida para pintar de cuerpo a Ismael Blanco, un verdadero elegido por condiciones técnicas y humanas, que siempre dejó una buena imagen en los clubes donde jugó.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)