La investigación en torno a la muerte de Pequeña Pe ha tenido serias derivaciones en los últimos días. Los hombres de la División Homicidios llegados a Gualeguaychú desde Paraná pudieron comprobar un trabajo “vergonzoso” de parte del personal de la Jefatura Departamental en la escena del hecho, que determinaría varios relevos en las próximas horas, especialmente de gente de la División Criminalística, según pudo saber ANALISIS. “No tenemos dudas de que fue un asesinato”, le reconocieron a un alto jefe de la fuerza, a poco de llegar a la capital entrerriana. A ello se sumó el trabajo de la autopsia, realizado por varios forenses, de los cuales uno solo siguió sosteniendo la hipótesis de “suicidio”, pero la mayoría fue contundente: la travesti fue asesinada con una técnica de asfixia, por alguien de buena contextura física. Las nuevas pericias determinaron que Pequeña Pe nunca estuvo colgada, que la escena fue inventada por él o los autores y tuvo luego cierta complicidad policial para ocultar pruebas.
Pequeña Pe apareció muerta la mañana del 27 de febrero pasado. Nunca fue encontrada “colgada” como se dijo, para luego añadirse que se había suicidado en la habitación de su casa de Gualeguaychú. Su cuerpo estaba sobre la cama, con un cable al cuello y una lámpara-araña a su costado, supuestamente caída como consecuencia de la fuerza ejercida por su humanidad al momento de “colgarse”. La ciudad se conmocionó esa mañana. Dejó de hablarse del carnaval, en una jornada especial, en que se definía la reina de la edición 2009, por ejemplo. Toda la información giró en torno a la travesti más famosa de Entre Ríos, a partir de ser una de las figuras centrales del espectáculo artístico del boliche El Ángel, ubicado en inmediaciones de la costanera.
El accionar policial fue lamentable; plagado de errores, desinteligencias, falta de profesionalismo y hasta omisiones demasiado graves, solamente comparable con aquellos tiempos de las décadas de 1960 ó 1970, cuando no existían elementos técnicos como ahora. En especial de parte de la División Criminalística de la Jefatura Departamental de Gualeguaychú, liderada por el comisario Aníbal Fumaneri, un oficial con suficiente preparación técnica-científica en tal área, pero siempre más preocupado por sus negocios privados relacionados a la actividad nocturna, que por el rol de uniformado.
Incluso, resultó inexplicable que el citado Fumaneri no aparezca en el expediente, entre los presentes en el escenario de muerte de la travesti, siendo que es jefe del área y sus subordinados fueron los autores de tan lamentable omisión, desde diferentes puntos de vista.
Cuando el personal de la División Homicidios de Paraná llegó la semana pasada a Gualeguaychú y observó la serie de fotografías y filmaciones en torno al lugar, no dudaron un instante en remarcar que a la joven la habían matado. “Hay que olvidarse del supuesto suicidio; la mataron”, indicó un alto jefe policial ante la consulta de ANALISIS. Por eso se estima que Fumaneri tiene las horas contadas al frente de la dependencia, fundamentalmente por su responsabilidad en el cargo, por más que no haya aparecido por el lugar, tal como indica el expediente, salvo que haya existido una nueva omisión.
Habrá que ver ahora si, siendo Fumaneri “un hombre” del riñón del subjefe de la Policía de Entre Ríos, Juan Ramón Rosatelli -acostumbrado también a apadrinar a varios uniformados bajo sospecha en su accionar, por más que no soporten ni un archivo y que el legajo esté plagado de irregularidades-, desde la conducción policial se adopta una medida de este tipo, ante tamaña vergüenza de los investigadores policiales, con escasos antecedentes en los últimos 15 años. Los hechos son únicamente comparables con lo que sucedió en el estudio jurídico del abogado paranaense Lucio Dato, quien apareciera muerto una mañana de octubre de 1993 y nunca más se pudiera avanzar en la investigación, precisamente por tales errores y desviaciones.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
