Charles Parker
El miércoles 22, los medios locales difundieron noticias que tenían como eje las paredes del baño de la Escuela Normal de Ciudad Paisaje. En este pasquín, donde ya nadie come hongos alucinógenos al mediodía, algunos redactores de alrededor de 30 años vimos el informe por televisión, y escuchamos a los directivos del establecimiento que denunciaban “la oferta de sexo en los baños de la escuela”. Primero nadie le dio mucha importancia, después nos reímos, finalmente nos fuimos alterando. ¿Dónde mierda hicieron la escuela los padres y profesores “preocupados” por los grafitis sexuales en las paredes como para salir a denunciar algo así públicamente? ¿La directora de la Normal quería prensa? ¿La instigaron los medios? ¿Eso es cinismo, hipocresía, o simplemente estupidez? ¿Es la primera vez que entran al baño de una escuela? ¿Nunca fueron a mear a la terminal? ¿Nunca leyeron en las paradas del colectivo?
Uno puede pensar que es divertido que la gente se lo tome en serio, pero no lo es. No da ni para hacer chistes, porque después la Policía te arma una historia grotesca con los mensajes de Fernanda en los baños públicos de la terminal de Santiago del Estero, y los medios se ponen a reproducir las gansadas oficiales como si fueran ciertas, y cuando vas el domingo a comer con la familia tu abuela te pregunta si hay noticias sobre “la pista santiagueña”. ¿Qué pasó con el bañogate de Fernanda?, te dice tu abuela, y vos que la querés mucho te ponés a explicarle lo que es una operación de prensa, y ella se da cuenta entonces que tu trabajo es una basura, y que los periodistas en general son mala gente. Y cuando le decís a tu abuela que no todos son iguales, que vos no sos así, ella piensa por dentro: “Este hijo de puta me está operando”.
(El texto completo se publica en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)