José Carlos Elinson

No caben dudas de que uno de los factores que le jugó en contra al oficialismo nacional en las últimas elecciones fueron las candidaturas testimoniales. En términos de honestidad hay que reconocer que esta metodología hoy denominada de esa manera no es nueva entre los argentinos. Debería recurrir al archivo para buscar, por caso, una de mis cartas abiertas a Fernando de la Rúa cuando abandonó la diputación nacional para subirse a una senaduría que quedaba vacante y como esos podríamos encontrar innumerables ejemplos desde la recuperación de la democracia a la fecha.

Diputados que pasan a ser senadores, senadores o diputados que ocupan sillones ejecutivos, en fin, como digo, innumerables ejemplos de incumplimiento de contratos sociales celebrados entre los otrora candidatos y el pueblo elector.

Si yo quiero que el señor Juan o la señora María me representen desde una banca y los voto para eso, no es cumplir con la palabra empeñada no asumir o asumir e irse cuando desde otros lugares de la política soplan vientos más seductores o sus presencias en otros espacios aseguran el posicionamiento de sus partidos o los suyos propios.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)