Claudio Cañete
Cuando el rumbo está definido, los objetivos de trabajo son claros, el horizonte se puede ver como un futuro promisorio. Algo de eso hay en la filosofía de vida de la pianista Silvia Teijeira, que con su entrañable instrumento vuelca toda su sensibilidad interpretativa y creativa en los sonidos del folclore argentino. Ese folclore sin aditivos, de puro aroma a monte, a río y a tonalidades de la tierra bajo el sol. Para hablar con ella antes de que se suba al escenario este viernes, mejor fue ir hasta su escondite secreto, su casa.
Allí donde la cocina del artista está plagada de silencios, objetos queridos, ventanas abiertas a un patio soleado, partituras, libros de estudio, manuscritos, en definitiva, una suerte de collage que es la esencia creativa. Antes que nada, Silvia se prepara el mate, es de mañana temprano. Y aclara muy preocupada: “Yo no me considero una artista. Creo que estoy tratando de definir muchas cosas antes de llegar a esa categoría”, comentó. Firme en esa convicción, de que no está sobre ningún pedestal, abre las puertas de su propia trastienda como eximia intérprete y compositora que es. No lo dice ella ni las crónicas periodísticas, lo certifican los pasos de su amplia trayectoria y el testimonio de algunos de sus maestros con los que ha estudiado: nada menos que Graciela Reca, Raúl Barboza, Hilda Herrera, Luis Mucillo y Marcela Martínez.
El primer tema de conversación que surge es que la presentación de Latiendo, más el anticipo de algunos materiales de un próximo CD, harán posible que este viernes por la noche la inspiración compositiva de Jorge Cafrune, Raúl Barboza, Cuchi Leguizamón, Pedro de Ciervi, Miguel Martínez, Chacho Muller, Remo Pignoni, Ricardo Cary Pico, entre otros, confluyan en el piano de Silvia. Y se mezclarán con algunos temas que ella misma ha compuesto para su segunda placa. Esta comunión de sonidos netamente folclóricos tiene que ver con una búsqueda que la propia instrumentista está realizando dentro de sus gustos, sus inquietudes, sus definiciones: quiere encontrarse cada vez más con ese folclore que la moviliza, la que la hace avanzar sin prisa ni pausa a un repertorio que tiene que ver con las raíces primero de lo nacional y luego con el Litoral mismo. Punto culminante que quizás se concrete en la tercera placa que está en elaboración.
-Todo artista, cualquiera sea su rubro, parte de un concepto estético, de qué es lo bello y cuál es el método para arribar a ello. ¿Cómo se llega a la belleza en la música que interpretás y componés?
-Hay varias cosas dando vueltas. Mi conexión e identificación con la música es lo emocional. Mi vinculación con lo estético es la forma y la claridad. Así las cosas, mi búsqueda pasa por cómo puede hablar lo emocional desde una pieza musical. Porque tengo claro que sin emocionalidad nada tiene sentido para mí, no me sirve y no me llega. Pero insisto, la forma, que lo define todo, está a su vez definida por el contenido, que debe ser emocional. La fórmula de esto, sensaciones llevadas a los sonidos, debe ser clara, que los otros puedan comprenderla en su belleza y sencillez.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)