Hugo Remedi
Es sólo la interna peronista la causa que ha marginado a la oposición a ocupar un magro lugar apenas simbólico en el universo político de nuestra provincia. No es acaso el radicalismo, por ejemplo, el “oficialismo” emergente de la última elección del 28 de junio de 2009 que ganó. No fue incluso el radicalismo el que contuvo por desprecio al kirchnerismo casi todos los votos desencantados del campo que hoy ya no retornan a favor del peronismo, como sí se volcaron en su favor en las elecciones de 2007. Habrá seguramente causas convergentes para que la oposición no tenga el lugar relevante que necesita un correcto equilibrio de fuerzas entre oficialismo y oposición.
Por un lado, es cierto que las batallas generadas por los peronistas que ostentan el poder en nuestra provincia han copado la atención social casi con exclusividad desde aquel junio de 2009. Pero también es verdad que la oposición tomada en su conjunto no ha generado por caso ninguna referencia válida que se haya apropiado del escenario central reservado al rol opositor. Ni siquiera es aún el caso de Atilio Benedetti, el gran ganador de los últimos comicios.
Gran parte del abanico opositor se queja de que la lucha por el poder que viene dando el peronismo, fundamentalmente, entre el gobernador Sergio Urribarri y el actual presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, Jorge Busti, ha llevado a socavar la posibilidad de generar espacios de debate por un lado y a quedar marginado del foco de interés de los medios por el otro.
Evidentemente, desde el punto de vista institucional, el principal espacio para fijar posiciones en relación con las cuestiones importantes de la provincia, tiene que ver con la Legislatura provincial. Y se sabe, hoy por hoy, el control tanto de la Cámara de Diputados como la de Senadores está prácticamente monopolizado por el peronismo, sea oficialista o disidente.
El patrón peronista
Producto de las elecciones de 2007, el peronismo tiene una amplísima mayoría en Diputados: 20 de 26 (incluidos quienes integraron la Lista 100 que llevó como candidato a gobernador a Julio Solanas) y sólo seis son radicales. Héctor de la Fuente, incluso, se despegó del bloque de la Concertación Entrerriana y hoy está cerca del oficialismo de Urribarri, dejando en su soledad a su ex compañera de bancada, Ana D’Ángelo, también en el rol opositor. Es decir que de 28 diputados, la oposición tiene tan solo siete referentes.
En el Senado provincial es aún peor, 16 de los 17 senadores se dividen entre peronistas leales al gobernador y leales al ex gobernador Busti. La única voz disonante de la cámara alta es el senador radical Rubén Eusebio Ruiz, de Federal. Todo lo cual luce demasiado escaso como hacer sentir algún tipo de presión opositora.
Del resto de los partidos, qué decir, que ni siquiera tienen alguna representación de ese tipo. Fuera del principal escenario de debate, a la oposición le queda por lo pronto lo que pueda generar con presencia en los medios de comunicación y el contacto social por otro lado.
La primera conclusión a la que se puede arribar entonces es que en la provincia no existe hoy una cara visible de peso que se consolide como principal referente de la oposición, acaso Benedetti en el futuro, ni siquiera el partido que representa como la UCR. Hay una absoluta ineficacia en el abanico opositor. Razón por la cual, mientras el peronismo se debate en una interna fraticida, nadie sabe como la demanda del tejido social. Paradójicamente, el peronismo sigue ocupando ese lugar con absoluta supremacía.
Indiferencia demoledora
La gente sigue entendiendo que será siempre el peronismo el mejor interlocutor para enfrentar los bemoles que emergen de las crisis socioeconómicas. A la hora de putearse, los peronistas se acuerdan casi con exclusividad de sus vecinos de militancia, como corroborando aquello de que siempre será bueno que se acuerden de uno bien o mal y no la indiferencia; y ello sucede con los radicales, por ejemplo. En general, es tan tibia, tan obvia y anodina la crítica del radicalismo que muchas veces ni siquiera sale de la anécdota. Y cuando no, caen en críticas que no pueden sostener ni siquiera desde la historia que los vio haciendo cosas de gobierno.
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