Hugo Remedi
Que la sangre no llegue al río, es el mandato que tienen los diputados provinciales del justicialismo en relación con la posibilidad de desplazar a José Allende de la presidencia del bloque de diputados. El actual presidente de la Cámara Baja de la provincia puja por contener la exaltación casi unánime de sus colegas nucleados en el Peronismo Federal con la que se han expresado en ese sentido. Sin embargo, cubiertos en manos los diputados del Peronismo Federal esperan ansiosos en el bloque la renuncia que Allende le presentó a Busti equivocada o aviesamente por no hacerlo ante sus pares (tal vez se la hubiesen aceptado) y que éste le rechazó de inmediato.
Busti dimensionó la temperatura del conflicto y, en las últimas horas, les pidió a sus legisladores un impasse, es decir que esperen el recambio de autoridades previsto para fin de año para zanjar el diferendo. Sugiriéndoles, en caso contrario, que hagan cargo del alto costo político que implica llevar adelante tamaña decisión como es el desalojo del diputado gremialista de su función al frente del bloque de diputados justicialistas, sobre todo hoy, en medio de la tórrida interna peronista que mantiene con el gobernador Sergio Urribarri.
Los más dialoguistas aceptarían la sugerencia del jefe de la tropa, los rebeldes en cambio ya hablan de que si no hay cambios de hombres o de modos de conducir, el bloque oficialista puede terminar fracturado o cuando menos dañado por una fuerte conmoción interna.
Evidentemente, haber ganado las elecciones que se llevaron a cabo el viernes 11 de junio no le va a resultar de bajo costo al diputado Allende. Su colega, el también diputado gremialista Hugo Vásquez (PJ – Paraná), se lo quiere hacer pagar. Con la sangre en el ojo, el dirigente paranaense no le perdona que Allende se haya aliado en aquella instancia con el diputado Juan Carlos Almada (PJ – Victoria) para hacer perder a su candidato en la disputa electoral por el agrupamiento de los municipales, Nicolás Feltes.
Sólo minutos pasaron de los comicios a la reacción intempestiva de Vásquez. En realidad, este tema de la elección del IOSPER fue en verdad el detonante para que Vásquez, en una acalorada reunión de diputados peronistas, exigiera que, de una vez por todas, el bloque definiera taxativamente su alineamiento político con Busti, dando a entender que había quienes navegaban por dos aguas.
Allende, hombre de pocas pulgas, recogió la afrenta y atendiendo la menor jerarquía de sus colegas presentes retrucó excitado el desafío, diciendo que él sólo le daba explicaciones a Jorge Busti. Tras cartón, le presentó la renuncia al presidente de la Cámara de Diputados y éste de inmediato se la rechazó, mucho más por resguardar la posibilidad de abrir un nuevo frente de conflicto que por haber incumplido con la cuestión burocrática de efectivizarla en el marco del propio bloque detrás de la cual se intentó minimizar la incipiente crisis.
Allende conoce las reglas del juego y merituó a tiempo que darle estado público al conflicto obligaría a Busti a desactivar rápidamente la posibilidad de que se encendiera un nuevo estallido en el seno de su propio centro de operaciones evitando de ese modo otra fisura en su árbol genealógico.
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