Claudio Cañete
Para quienes no la conocen y desean aprovechar la oportunidad de la doble función de este fin de semana, vale recordar que la suite Don Quijote es un ballet en tres actos basado en la coreografía original del francés Marius Petipa, una de las obras más destacadas del género clásico mundial, con música de Ludwig Minkus, que fuera presentado por primera vez por el Ballet Imperial del Teatro Bolshoi de Moscú, Rusia, el 26 de diciembre de 1869.
El argumento, extraído del segundo volumen (capítulo XIX) de la novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, se encuentra principalmente centrado en los amores de Kitri, hija del mesonero con el barbero Basilio y una serie de aventuras que atraviesan los personajes míticos, Don Quijote y Sancho Panza, en torno a la joven pareja. Puntualmente, Petipa se ciñó al episodio de Las bodas de Camacho (capítulos XIX, XX y XXI, segunda parte). El argumento habla de los amores imposibles de la hija del mesonero, Kitri (Quiteria), con el barbero Basilio. Kitri, debido a la posición económica de su familia, se ve obligada a aceptar la proposición matrimonial de Camacho, un hombre rico. Don Quijote y su fiel escudero Sancho son testigos de tal renuncia, pero gracias a una treta, los jóvenes amantes pueden, finalmente, desposarse.
“El ballet no es sólo tecnicismo, es esencia, expresión y refinamiento. Actualmente la técnica se ha desarrollado mucho y es importante que los bailarines la desarrollen al máximo, pero sin perder el objetivo de que están haciendo arte. A partir de la consagración de Julio Bocca en Moscú, empezó a ser más masivo. Siempre se ha dicho que el ballet es una actividad elitista, pero no es así. Es para todos, ocurre que es necesario ir a la gente, entusiasmarla, hacerle ver este tipo de cosas, sobre todo a los más jóvenes; hay que formar al espectador. Fue muy importante también. Muchos chicos y chicas se vieron incentivados a partir de aquel suceso. Incluso a viajar al extranjero y mostrarse, en concursos y certámenes, sin complejos de inferioridad por no haber sido formado técnicamente en una escuela formal como la cubana o la rusa. Esa posibilidad de competir, algo que es bueno porque ayuda a crecer y permite aprender, fue muy importante para los dos. En este sentido, creo que tenemos que tratar de que la gente joven y talentosa no se nos escape, conservarla en el país”, explicó Raquel Rosetti, encargada de la dirección artística del espectáculo, quien visitó Paraná para supervisar los ensayos.
Rosetti nació en Buenos Aires y se formó bajo la tutela de la maestra checa Gloria Casda en el Teatro Colón. En 1980 fue solista en la Ópera en Ginebra (Suiza), donde intervino en ballets con coreografía de Oscar Araiz. Al año siguiente regresó al Teatro Colón como bailarina. En 1985 acompañó a Julio Bocca en el quinto Concurso Internacional de Ballet, en el Teatro Bolshoi, de Moscú, donde ganó el premio a la mejor partenaire femenina, galardón que se otorgaba por primera vez en el certamen. Desde 1985 hasta 1989 recibió invitaciones para presentarse en el Teatro Chatelet de París, en Tokio, en el Festival Internacional de La Habana, y también en Montreal. Como solista se presentó con espectáculos en Milán, Roma, Atenas, Madrid, Moscú, San Petersburgo, Lituania y en Estados Unidos. Su repertorio incluye tanto piezas clásicas como modernas. En 1993, luego de un período en el que participó en producciones para televisión, Rossetti regresó al Teatro Colón invitada como coreógrafa asistente, luego pasó a asistente de director (1994) y finalmente ocupó el cargo de directora del ballet (1995-1997). En 1998 fue designada directora del Teatro Argentino de La Plata.
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