Antonio Tardelli
Pero, porque el peronismo de Entre Ríos es, por lo menos, un menage a trois, no habría que descartar otras alternativas. Más: a tenor de su último comportamiento electoral, el de las legislativas de 2009, Rossi debería integrar la tercera variante, la del peronismo disidente, construcción que tiene en el ex senador Héctor Maya su referencia principal. Por ahora sigiloso, Rossi no muestra sus cartas. En silencio, ve cómo sus acciones cotizan en alza. Todos lo quieren. O, por lo menos, nadie lo rechaza abiertamente. Increíble pero real.
Salvo un grupo minoritario del oficialismo, la Corriente Martín Fierro, que públicamente denunció que su eventual incorporación iría a contrapelo de los presupuestos del proyecto kirchnerista, desde el urribarrismo no se lo rechaza. El ministro de Gobierno, Adán Bahl, no avanzó demasiado sobre el tema pero se mostró entre respetuoso y prudente ante la posibilidad de que el ex vicegobernador, en su momento condenado por enriquecimiento ilícito, se sume a las huestes oficiales. Con matices levemente diferenciados se pronunciaron referentes departamentales como José Nogueira, intendente de La Paz, y Aldo Ballestena, senador provincial. Otro tanto han hecho, desde la vereda “opositora”, dirigentes del bustismo. En principio, nadie rechaza el paquete de votos que, se presume, sigue en poder de Rossi, aunque ese capital venga sospechado. O directamente condenado.
Algo es seguro: Rossi es el dirigente político más importante de Santa Elena. Su gravitación está fuera de duda. Por supuesto que no es indiscutido sino más bien todo lo contrario. Hay quienes, incluso, ponen en duda la vigencia de su liderazgo. El día que se conoció la resolución judicial que le dio por cumplido el plazo de inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos se insinuó, desde una emisora local que le responde, que se organizaría una gran caravana de celebración. Nunca se concretó. Luego se habló de convocatorias que, en la sede del Partido Justicialista, lo tendrían como orador de fondo. También se frustraron y adversarios de Rossi aseguran que por falta seguidores entusiastas. En todo caso, una de las pocas certezas es que, en las últimas semanas, Rossi ha decidido cultivar el bajo perfil.
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