Hugo Remedi
El gran cimbronazo del segundo semestre y del año 2010 fue sin dudas el fallecimiento del ex Presidente de la Nación Néstor Kirchner, acaecida el mismo día en que se llevó a cabo el Censo Nacional, el 27 de octubre. Su deceso desarmó tanto al oficialismo como a la oposición, pero sobre todo a esta última, que había centrado todo su potencial de fuego en el polémica figura de Kirchner. En consecuencia, al caerse el punto de referencia hubo, indefectiblemente, que rearmar la estrategia.
En el caso de nuestra provincia, los radicales no se notan casi nunca, así que ante esta circunstancia pasaron casi inadvertidos una vez más; y en el caso de Jorge Busti, se mandó a guardar por espacio de varios días. Había llegado el indispensable momento de reflexión por si acaso.
Hoy, el operativo “retorno a la lucha anti K” va tomando tono a echarle toda la culpa de las desgracias a la Presidenta Cristina y a resaltar que tal o cual cosa con Néstor no hubiese pasado... ¡Claro!, el oficialismo da garantías para ello ¿no? Si no, basta con analizar la paparruchada que el sigiloso mundo de los kirchneristas más papistas que el Papa hizo con el circo de la toma del Parque Indoamericano. Sólo, hasta que se les fue de la mano y tuvieron que meter la marcha atrás con el auto lanzado en velocidad. Cierto es que, efectivamente, con Néstor eso no hubiese pasado. Conocía y manejaba los límites de la paciencia social como pocos y sabía hasta dónde había que estirar los brazos de la causa sin tocar órganos vitales. Si quisieron hacerle un favor a la Presidenta, en verdad prendieron fuego una mala idea.
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