Luis María Serroels
La importancia del agua como generadora de vida y motor de la evolución y conservación de los recursos y la biodiversidad en sus distintas manifestaciones es un hecho que lamentablemente no todos asumen, porque se actúa con displicencia, irresponsabilidad y aviesas intenciones a la hora de privilegiar réditos e intereses materiales, desconociendo la necesidad de salvaguardar semejantes bienes, que es como decir salvar a ese gran hogar común que es la Tierra. El 22 de setiembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió declarar el 22 de marzo como Día Mundial del Agua, llevada por la necesidad de fomentar la conciencia ciudadana de que el desarrollo de los recursos hídricos contribuye a la productividad económica y al bienestar social.
La División de Ciencias del Agua de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), hace cinco años reveló que 12 millones de personas mueren cada año en el planeta debido a enfermedades ligadas a la mala calidad del agua, desastres hidrológicos o por carencia del vital líquido, cuya disponibilidad a nivel mundial ha disminuido en las últimas tres décadas más de un 25 por ciento.
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