Hugo Remedi

No hay clima electoral, es notorio, evidente y casi lógico desde el mismo momento en que todo lo que viene parece adecuarse a meras formalidades de circunstancias. A 24 días de la elección reina una absoluta indiferencia respecto a la una instancia que si bien definirá cuestiones diversas pero importantes tanto a nivel nacional como provincial y comunal, no cautiva el interés de la gente en su gran mayoría.

Las elecciones atraen cuando las posibilidades de los participantes son parejas, en ese marco sí, se acrecientan las factibilidades de que los militantes de los diversos partidos involucrados en la competencia electoral salgan a la calle a pelear el voto.

De hecho, los resultados que arrojó la interna general, abierta y obligatoria del 14 de agosto truncaron las pocas expectativas que aún quedaban en la oposición que en aquella previa se floreaba entonces con la posibilidad concreta de arribar con éxito al ballotage: todo el cemento que se vino encima de esas cabezas terminó rápidamente con la utopía pensada entonces para el 23 de octubre.

La derrota del 14 de agosto terminó de anestesiar a la oposición y como efecto directo a la sociedad en general que ya sacó de su agenda de prioridades la elección del 23 de octubre.

Hoy, además, falta sangre y pasión para pelear el voto. Que se pronostique un resultado casi cantado no significa indisolublemente ceñirse a la resignación y dejar la calle abandonada. Eso, para nada tiene que ver con los principios y las convicciones.

(Más información en esta edición del Semanario ANALISIS)