Jorge Riani
Fueron ya seis años de un duelo atragantado. Y nadie puede decir si ese estado de zozobra se prolongará, o no, en la falta de noticia, en la ausencia de certezas, en la duda permanente.
En junio de 2007, un joven escultor de Paraná, perteneciente a una familia muy arraigada y conocida en la capital provincial, hizo un llamado inquietante: dijo que lo estaban siguiendo, que tenía miedo, que quizás debía esconderse, que dejaba saludo por el día del padre anticipadamente. Y nunca más se supo de él.
El escultor es Pablo Babboni. Hace seis años que no se sabe nada de él, y que su familia lo busca sin descanso. ANÁLISIS reveló la historia en mayo de 2008, y eso motivó cierta mediatización del caso: algunos diarios y noticieros porteños se hicieron eco y las autoridades de Cancillería argentina, más que nada por el impulso del hermano y los padres del muchacho, movieron algo –muy poco– la investigación.
Sin embargo se perdió mucho tiempo: Argentina no hizo todo lo que estaba a su alcance, mientras que en Italia los investigadores dejaron dormir el caso.
“Pablo Babboni –contaba esta revista en 2008– un escultor paranaense de 35 años, había denunciado que era perseguido por un marroquí con antecedentes por narcotráfico, como consecuencia de un tema pasional que involucraba a una mujer italiana. Sin embargo, pocos dieron crédito a su versión, hasta que al final no se supo más nada de su destino. Ni la Justicia ni la policía italiana se abocaron debidamente a buscarlo, pese a que tenía la doble nacionalidad. Los familiares aseguran que tampoco la Cancillería argentina se ocupó del caso, pero ahora lograron arrancarle una promesa al gobierno nacional de dedicarse a la búsqueda y a reclamar ante el país europeo”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del 25 de abril de 2013)