D. E.
–¿Qué opina de la decisión del fiscal Jorge Carrasco de archivar la causa que se había iniciado en Monteros para determinar si hubo abuso de menores por parte del cura Ilarraz?
–Realmente no esperaba que la causa se archive. Aunque tenía algunas sospechas. Por ejemplo, me sorprendía que una de las personas a quien signé para que se le tome declaración, constantemente me preguntaba “qué estará pasando que hay tanto silencio; se dijo que me llamarían pero nunca lo hicieron”. Y nunca lo llamaron a declarar ante el fiscal, como debió pasar.
–¿Puede contar lo que declaró en la causa que se inició contra Ilarraz en Monteros?
–Lo que pedí fue que se llamara a declarar a tres personas, sea porque afirmaron ante mí tener conocimiento de abusos en Monteros, o porque eran sospechosos de tener “negocios” con Justo Ilarraz. Lo preocupante es que ninguno de ellos fue citado.
–¿Se sintió defraudado por el fiscal Carrasco o por el accionar judicial?
–Alguien que nunca se identificó me advirtió que “nadie declararía en la Fiscalía sin que se entere todo el mundo”. Yo no tengo opinión propia al respecto porque no conozco ese ámbito; me considero un hombre de la cultura y no sé de movimientos o decisiones tribunalicias. Pero me surgió temor por la exposición de las víctimas. Si me defraudó, no lo podría afirmar; lo que sí pude observar es que la persona que en su momento quise me tomara la declaración, en el inicio del expediente, dijo no poder hacerlo y delegó la función a otra persona, quien por momentos, me explicó tantas cosas elementales de rigor que más bien parecía estar invitándome a que no hablara. O sea, no es que me defraudó, pero no tenía demasiadas esperanzas, a pesar de que sentí que debía dar un puntapié inicial sobre el tema en Tucumán.
–¿Cree que hayan existido presiones de la Iglesia de Monteros y Concepción para que no se avanzara en esta causa contra Ilarraz?
–En la década de 1980 me presionaron cuando denuncié al padre (Carlos) Robledo ante el obispo (Jorge Arturo) Meinvielle por hechos de corrupción de menores. Lo hicieron una parroquiana y el mismo vicario general. Nada de amenazas, eso sí, pero muchos diálogos serenos en los que me invitaban a retirar la denuncia. Sé también, por testimonios de víctimas, que hubo aprietes en otros casos que aún no llegaron a escándalos, pero siempre sobre el mismo tema: pedofilia. De modo que no dudo que en este caso también hayan existido presiones. Es la forma que tienen para moverse ante este tipo de situaciones que salen a la luz y pueden afectarlos.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del 6 de Junio de 2013)