Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
Vamos a un ejemplo sencillo, para empezar: la enorme cantidad de niños, jóvenes y adultos muertos en accidentes en las rutas argentinas, y en particular las entrerrianas, nos exige medidas adecuadas para revertir este azote. Y constatamos que no basta con el control de alcoholemia y de la velocidad, ni con la precaria educación vial, o están mal implementados.
Podría plantearse una medida drástica, como la reducción de la máxima velocidad a 70 kilómetros por hora en las rutas, y a menos de 30 en las ciudades. Sería bajar a casi la mitad, andar despacio. Los viajes durarían, claro, el doble. Pero tal vez también las muertes se reducirían a la mitad, o menos. Todo para analizar. No parece descabellado si en la Argentina mueren 15 personas por día en accidentes. Pero no es más que un ejemplo.
En esta columna, lo que proponemos radica en colocar una idea, una iniciativa, sobre una trama compleja de valores, con escalas en números incluso, para analizar efectos directos e indirectos, sinergias positivas y negativas, complementaciones, y facilitar la comprensión de los casos en el conjunto. Esa trama consiste en un cuadro de doble entrada con principios positivos y negativos que la idea o el proyecto en cuestión debe desafiar.
Ahora veremos posibles consecuencias de esa reducción drástica de la velocidad que sugerimos como ejemplo, para luego definir las características de la fórmula, que incluye columnas históricas, artísticas, económicas, laborales, ambientales; sobre soberanía, salud, armonía con la naturaleza, equidad; en un cuadro cruzado por la evaluación de tres variables: sinergia, estigmergia y resiliencia.
Matarnos o no matarnos
Y bien: parados frente a una trama de principios y valores, uno coloca la ficha de la reducción drástica de la velocidad de los vehículos, y observa aspectos positivos, negativos, influencias recíprocas, sinergias.
El andar lento puede salvar a cinco mil personas por año en la Argentina.
Ahora, ¿si salvara a mil no valdría la pena? ¿Y si entre esos mil está mi hijo? ¿Cuánto perdemos y cuánto ganamos?
Frente a la trama de variables diversas uno advertirá que el andar lento puede generar un círculo virtuoso hacia la serenidad y el conocimiento, con lo cual estaría abriendo caminos insospechados.
Puede proteger miles de ejemplares de la fauna que sucumben también bajo la velocidad, ahorrar millones por la disminución o la ausencia de choques y destrozos. Y así: ahorrar por el menor consumo de combustible, alentar el uso de otros vehículos como la bicicleta, trazar programas de traslados saludables y sociables; modificar las redes de tránsito, facilitar la construcción de andariveles para el peatón y el ciclista, incorporar servicios diferentes, usar otro tipo de materiales en los vehículos, ahorrar dinero y otros recursos en atenciones hospitalarias y en deterioros de las rutas, contaminar menos el ambiente, facilitar el diálogo y el intercambio; colocar centros de atención en tránsito; planificar otro modo de ocupación de las rutas, y la construcción de sitios de descanso y recreación en lugares clave y momentos clave como los de niebla espesa…
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del 6 de Junio de 2013)
