Hugo Remedi
La bomba electoral que hizo explotar en Buenos Aires el actual intendente de Tigre, Sergio Massa, barriendo con casi todo el aparato K, también hizo estragos con sus efectos colaterales en Entre Ríos.
Nadie, en verdad, hubiese vaticinado el 22 de junio pasado que el lanzamiento de Sergio Massa como candidato a diputado nacional por el Frente Renovador, osando enfrentar al pétreo aparato kirchnerista, iba causar tremendo daño dentro de las filas del justicialismo nacional. Y menos aún en provincias que tienen candidatos a suceder a la actual Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2015, tal, como sucede con Sergio Urribarri.
Sólo en poco más de 50 días, Massa deshilachó la tropa peronista identificada fundamentalmente con el kirchnerismo y sus aliados de circunstancia.
Inmediatamente después de conocidos los resultados del acto electoral de las PASO, el oficialismo provincial salió a festejar a cuenta, un triunfo –es cierto- con 20 puntos de ventaja sobre el segundo. Luego, a medida que fueron pasando las horas, y en medio de la conmoción nacional que significó el revés electoral para los k, cuando el 75% del país les dio la espalda, se empezó a tomar real cuenta –como sucede siempre con la lectura fina de los resultados comiciales- de la dimensión del triunfo del candidato bonaerense de la renovación. Y, de modo paralelo, lo que había sucedido en nuestra provincia, que al fin no terminó siendo tan productivo como se vendió en un primer momento. Es más, el propio gobernador, rápido de reflejos, salió rápidamente a ganar la calle electoral, en el afán por mejorar en octubre lo del pasado 11 de agosto.
(Más información en la edición gráfica número 991 de ANALISIS del 29 de agosto de 2013)
