Daniel Enz
No es el mismo de mediados de la década del ‘80. En ese entonces tenía una industria metalúrgica y una inmobiliaria en la zona de Flores, en la provincia de Buenos Aires. Recién empezaba a representar jugadores del fútbol argentino y fue en ese marco en que conoció al exboxeador, Carlos Monzón, de quien se hizo amigo y hasta su representante. Hubo alguien que fue clave para iniciar esa relación de amistad: el actor Adrián Facha Martel, recientemente fallecido, después de una larga lucha contra las drogas y las secuelas de los excesos de la noche. Al empresario Daniel Sebastián Comba -de quien hablamos- la vida le sonreía: tenía a su alrededor a bellas mujeres, empezaba a contar dinero del grande y contaba con amigos famosos. Todo le fue de maravillas hasta el 13 de febrero de 1988. Fue de los últimos que estuvo con Monzón y su mujer Alicia Muñiz en Mar del Plata, en la noche previa al crimen de la modelo uruguaya, asesinada a golpes por el propio excampeón mundial santafesino. Comba tuvo que declarar por el caso, relatar que había estado el día antes y esa misma noche con la pareja -hasta altas horas de la madrugada- y desmentir una versión que lo complicó, que daba cuenta de su supuesta presencia en la residencia alquilada por Martel, en el tranquilo barrio La Florida de Mardel, mientras Alicia Muñiz era arrojada desde el balcón. Tuvo que comprobar que esa madrugada se había ido a un hotel con la bailarina Alejandra Pradón, integrante por esos días del conjunto La Rumba Flamenca y que no estaba en la casa donde se produjo el asesinato.
El Caso Monzón no le resultó fácil. Fue una especie de clic en su vida. Por primera vez se enfrentó con un tribunal judicial y eso lo marcó, porque el caso había conmovido al país y a parte del mundo. Comba optó por dedicarse al negocio del fútbol solamente. Quizás porque le traía menos problemas.
Negocios redondos
Bruno Urribarri, actual jugador de Colón, se inició en Concordia, junto a Víctor Bernay (asistente de campo de Pedro Troglio en Gimnasia y Esgrima de La Plata) pero apenas comenzó su adolescencia pasó a las inferiores de Unión de Santa Fe, junto a su hermano Mauro, funcionario del Senado de Entre Ríos. Cuando Bruno Urribarri tuvo la oportunidad de sumarse a las inferiores de Boca Juniors, el elenco rojiblanco le impuso algunas trabas. Hay quienes recuerdan que un exlegislador del PJ y un empresario santafesino tuvieron que hacer un importante aporte de dinero -por pedido expreso de Sergio Urribarri-, para comprar el pase del jugador.
Ya había empezado a gobernar Sergio Montiel en la provincia y el entonces jefe del bloque de diputados del PJ soñaba con el ascenso de su hijo en el equipo xeneize. El hoy mandatario entrerriano conoció a Ricardo Sabán, casado con una odontóloga de Concordia y residente en Capital Federal, quien comenzó trabajando en las Inferiores y luego ascendió como encargado del Departamento de Relaciones Públicas de Boca Juniors, como uno de los hombres de confianza de Mauricio Macri en la presidencia del club. Hay quienes recuerdan que Sabán en persona se ocupó de seguir de cerca la prueba que le hicieron a Bruno Urribarri cuando llegó a Casa Amarilla -donde se alojan los pibes-, donde resultó aprobado por sus buenas condiciones técnicas. El mismo Sabán fue determinante para otros negocios: logró una pauta publicitaria importante mensual desde la Casfeg (Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande), para Boca Juniors y ofició de operador para el desembarco de la empresa Damovo Sociedad Anónima (actualmente Daxa Argentina S.A.) en todos los hospitales entrerrianos, consistente en un sistema informático, que a la provincia le costó cerca de 5 millones de pesos y otros 2 millones para la renovación de la licencia, aunque nunca sirvió demasiado para el funcionamiento que querían tener. Casualmente, el mencionado sistema fue íntegramente abonado por la Casfeg, en ese esquema del secreto de Estado que tiene impuesto de modo absurdo y al que no puede acceder ni siquiera la oposición.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS, en la nota de tapa, que se extiende de páginas 2 a 4)
