Jorge Riani
“No, no puede estar cumpliendo 50 años como artista porque la primera vez que lo hemos visto celebraba sus 27 años de canciones y escenarios –pensará este cronista, incrédulo, en la cancha cubierta del Club Unión–, y eso no fue hace tanto al fin y al cabo”.
¡Epa! Es que de eso pasaron 23 años. Y uno no era calvo, ni panzón. Uno podía dormir en las estaciones de trenes, en las playas, en los hoteles baratos, y sacaba con total desparpajo un carnecito de cuero bordó, con foto pegada, rellenado a máquina de escribir para poder entrar a ver el recital iniciático. No sabíamos aquel verano del ’92 que en esa plaza de toros de Barcelona asistiríamos a la puesta en marcha de una sana costumbre que no queremos que nunca termine: ver a Serrat; escuchar a Serrat.
Y cada uno de los fieles serratianos tendrá su propia historia enhebrada a la figura omnímoda del vate catalán.
Acá, allá, donde sea que esté el autor de “Aquellas pequeñas cosas”, nos sentiremos en casa. Como todas las veces que vino a Santa Fe, como cuando lo hemos ido a escuchar al Gran Rex, o como en aquella ocasión en que nos visitó en casa una noche veraniega, en el Club Patronato.
La magia volvió. Durante la reciente Semana Santa, en las vísperas del Pésaj, el catalán subió otra vez al escenario para encontrase con su público del Litoral. Y el estadio cubierto, bautizado con nombre del entrerriano Malvicino, y con tantos paranaenses que cruzaron el Túnel, nos daba la ilusión de una localía no del todo disparatada. Serrat cantó para nosotros otra vez.
Bajo el título de “Antología desordenada”, ofreció una excursión de más de dos horas de canciones, de emociones, de historias colectivas, de vivencias íntimas. Arrancó la noche con “El carrusel del Furo” (…que el aire será más azul y la noche más corta. Si no le cura, al menos, le reconforta).
Comenzaba, así la noche azul y reconfortante. Y para nuestra felicidad de niño saliendo de la escuela, luego llegó “De vez en cuando la vida”. No sabemos si la sucesión escogida fue desordenada, pero sí que fue necesariamente arbitraria, porque Serrat pertenece al reducido mundo de compositores prolíficos que fueron capaces de hacer centenares de temas emblemáticos. Y ya se sabe que no caben en una noche todos los éxitos, pese a lo cual Serrat quiso que haya algo de cada cosa.
(Más información en la edición gráfica número 1018 de ANALISIS del 9 de abril de 2015)