Hugo Remedi
Al final de cuentas, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Daniel Urribarri, apeló a la sugerencia-orden de la Presidenta Cristina Kirchner para disimular la rendición estrepitosa de su precandidatura a presidente, que desde hace mucho tiempo se hacía imposible de sostener.
Figurar en las encuestas dentro del rubro “otros” colisionaba frontalmente con una idea que pudo haber sido legítima en sus inicios pero que terminó siendo un capricho altamente costoso.
Lo más penoso de este recorrido iluso es la montaña de plata que se tiró en el camino y que por cierto nunca será rendida, del mismo modo que la otra pila de monedas que se está gastando en las precandidaturas locales.
Jungla peronista
Cielos de esta “patria nuestra” continuarán siendo testigos por un buen tiempo de este ignominioso gasto mediático y publicitario que alfombra carreteras y ciudades.
Lo de “indeclinable” de Urribarri era espuma y ahora ya es nostalgia. Sin embargo, políticamente le sirvió para tener a su tropa disciplinada, lo que no es un dato menor dentro de la convivencia de la jungla peronista.
Por tilingo que sea el hecho, la reaparición de Marcelo Tinelli en la pantalla televisiva, con lo que implica mediáticamente, paralizó a 4 millones de argentinos frente a sólo tres tipos: Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa. Así, se dejabien en claro que el resto no juega, mostrándose como una realidad, casi como un espejo de las mediciones actuales, aunque las sufra el dirigente de Tigre.
Lo curioso es que los aplausos no cambiaron, ni cuando Urribarri jugó duro ni ahora que ablandó su discurso y sus intenciones. También lo vivaron cuando aseguró que iba a adoptar una posición de neutralidad en la interna peronista local y lo aplaudenahora cuando frente a la posibilidad de no poder evitar la interna advirtió que usará el dedo para elegir su candidato.
Por fortuna para él, el peronismo verticalista siempre aplaude.
(Más información en la edición gráfica número 1020 de ANALISIS del 14 de mayo de 2015)