Soledad Comisso
—¿Hace cuánto tiempo que vivís en Entre Ríos?
—Vine hace cinco años. En ese momento estaba en Buenos Aires, me quedaban por rendir unos finales de la carrera y no veía muchas salidas profesionales allá, porque la UBA es un embudo para el ingreso a la docencia, donde hay que trabajar varios años ad honorem. Entonces surgió la posibilidad con compañeros del partido que ya estaban trabajando acá, y como la compañera que estaba dirigiendo todo en la provincia se iba a ir a vivir a Buenos Aires, me propusieron el desafío de venir a la provincia.
—¿Eso te ayudó también a insertarte laboralmente en la provincia?
—Sí, eso me ayudó, porque hoy estoy dando clases en la Universidad Nacional de Entre Ríos y también en escuelas secundarias.
—¿Siempre quisiste dedicarte a la docencia?
—Cuando uno dice que va a estudiar Sociología te preguntan de qué vas a vivir. Esta no es una carrera muy clásica y no está instalada en el imaginario social. A mí siempre me interesaron la docencia y la investigación, y de a poco fui encontrando los caminos para desempeñarme laboralmente.
—¿Y qué es lo que más te gusta de estar frente a los alumnos?
—Creo que lo mejor es el encuentro que uno tiene con los alumnos y el desafío diario que plantea estar enseñando. Uno se acuerda de profesores que nos cambiaron la forma de pensar, que ayudaron a comprender algunas cuestiones y eso es lo lindo de poder enseñar, de compartir con los jóvenes el conocimiento. Además, un desafío diario, porque uno se tiene que ir cuestionando las propias prácticas. A veces, lo que uno pensaba que se enseñaba de una forma, no es como se tiene que enseñar hoy. Eso nos invita a reflexionar permanentemente.
(más información en la edición gráfica número 1024 de ANALISIS del 16 de julio de 2015)