Hugo Remedi
En pocos minutos, una montaña de funcionarios y legisladores oficialistas deberán dejar sus cargos tras la impactante derrota electoral sufrida por el kirchnerismo provincial en las elecciones del 25 de octubre.
Es así que mientras se transita el camino hacia el balotaje para elegir Presidente entre DanielScioli o Mauricio Macri, lo cual quedará definido en la convocatoria electoral del 22 de noviembre, el resto ya está todo resuelto. Los elegidos median su preocupación entre conformar sus propios gabinetes, sean provinciales o municipales, y militar la candidatura presidencial.
En nuestra provincia, por ejemplo, el gobernador electo Gustavo Bordet dejó el anuncio de la conformación de su gabinete para después de las elecciones del 22 de este mes, en la idea de que los postulantes a acompañarlo en su futuro gobierno no se “desmotiven”.
Sin embargo parece lógico que el perfil que deba imponer Bordet desde el 10 de diciembre en adelante esté estrechamente relacionado al resultado electoral del balotaje. Seguro que no es lo mismo de cara al futuro que sea Scioli Presidente o Macri Presidente, porque una cosa es contar con la caja en manos de un amigo y otra no poder hacerlo. Sobretodo, cuando empieza a deslizarse -aún por lo bajo- que la provincia canadiense de Urribarri sufre de incontenibles problemas económicos.
La realidad es que la provincia no está ordenada financieramente en absoluto.Por lo pronto, nadie descubre los naipes; ni el gobernador electo, ni los intendentes electos. Todo está en veremos hasta que se defina la carrera presidencial, naturalmente.
La política regional, en definitiva, está en un impasse.
Ahora bien. En referencia a las elecciones del 25 de octubre, habrá que apreciar los resultados en forma más minuciosa como para interpretar el estado de preocupación que esos guarismos generaron en la infantería oficialista.
En primer lugar, el urribarrismo K no pudo sostener la candidatura de Daniel Scioli, con todo lo que ello implica para un gobernador que ya estaba poniéndose el saco de ministro del Interior y perdió en ese rubro. Pero además, como ya es sabido, se perdieron varios departamentos y montones de intendencias, mutando el absoluto protagonismo K de estos últimos años en apenas otro actor de reparto.
En ese escenario de todos y todas, rodaron varias cabezas clave y, como consecuencia, el poder político provincial se atomizó.
Bordet no podrá gobernar con la comodidad con la que lo hizo Urribarri. Si gana Macri no habrá seguramente “Cajita feliz”; la Legislatura dejará de ser una escribanía y deberá acaso responder a las demandas de los gremios, como AGMER o ATE, este último con una nueva conducción que promete alejarse del perfil “sí, Sergio” que militaron quienes mañana deberán dejar sus cargos, luego de la derrota electoral sufrida el 2 de septiembre.
(Más información en la edición gráfica número 1032 de ANALISIS del 05 de noviembre de 2015)
