Por L. T.
(Especial para ANÁLISIS)
Faltan menos de treinta minutos para que sea media noche. Es todo un hito el triunfo de Patronato, porque se metió en las semifinales del reducido. Sus hinchas están emocionados y no pueden contener su alegría. Mientras la adrenalina de éstos se multiplica, la policía intenta que no pasen al campo. Pero es inútil. Los fanáticos se filtran como agua por los laterales y corren desesperados para unirse a la ronda de personas abrazadas que da vueltas sin parar. “Pero qué tontos estos policías, los pibes la tienen re clara para entrar a la cancha”, afirma un hombre, de unos 50 años, mientras avanza en la cola que sale por la puerta que da a calle Grella.
Los portones para retirarse del Estadio están cerrados. Tres policías varones y una mujer permanecen inmóviles protegiendo la salida. No responden a las quejas de los hinchas y se forman de paciencia. Finalmente la orden llega y los uniformados se apartan. Las personas, como un ganado ansioso, arremeten sin escrúpulos para adentrarse en las atestadas calles rojas y negras del barrio Tiro Federal.
“¡Casi, casi; nos salvamos por un pelito!”, grita con mal humor un fanático de Patronato que se acomoda en la platea. Van ocho minutos del primer tiempo y el jugador de Atlético Paraná, Enzo Noir, tira un remate cruzado que por poco entra en el arco de Agustín Bossio. El hombre de unos 50 años lleva la camiseta del club local y, a su lado, acomoda un choripán, un vaso con gaseosa y dos bolsas chicas de maní. Una pequeña que está sentada a su lado, le sugiere a su madre que le compre algo para comer. “No Priscila, no ves que el partido acaba de comenzar. Me tendrías que haber dicho antes. En el entretiempo vamos”, responde la mujer.
(Más información en la edición gráfica número 1033 de ANALISIS del jueves 19 de noviembre de 2015)