César Román (*)
Mi argumento es que en la Argentina los ex presos y perseguidos políticos por la dictadura militar, devenidos en testigos, se transformaron en los principales productores de verdad, aunque no los únicos, de lo conocido hasta hoy y, paradójicamente, en ocasiones fueron y son invisibilizados y desacreditados. Así, algunos grupos políticos con miradas sesgadas sobre los juicios vinculados a delitos de lesa humanidad y genocidio llevados a delante desde 2006 en adelante, solicitan la apertura de archivos pensando que esto último puede sustituir el aporte de los testigos.
Esta perspectiva ignora la complejidad de los juicios, cae en un reduccionismo positivista que desvaloriza la potencia simbólica e imaginaria de éstos y con ello pierde la perspectiva de construir una memoria social emancipadora. Los juicios son un campo de disputa política, ya que en ellos se juega el sentido de verdad, la desconstrucción de la impunidad y la posibilidad del castigo a los agentes del terrorismo de Estado, en las condiciones históricas en que hoy podemos hacerlo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del jueves 17 de marzo de 2016)