D.E.
Una ex monjita tuvo por años una úlcera de estómago, por lo cual muchas veces no comía y por ende era castigada por ello. Vivía retorcida y le costaba caminar de tanto dolor. Fue hasta que uno de los médicos llegó al lugar y le preguntó por qué le sangraban sin motivos los labios. Le hicieron una radiografía de estómago y le encontraron cicatrices de úlcera de estómago. El médico pudo determinar que de un total de 20 monjas, once tenían gastritis.
Al Hospital San Blas de Nogoyá acudieron por episodios de epistaxis, que es una hemorragia, con origen en las fosas nasales; por problemas pulmonares o por casos de desnutrición. Uno de estos últimos casos sorprendió a varias enfermeras hace unos años, por lo raquítica que estaba la joven, pero, a su vez, tenía secuelas de las mortificaciones en el convento, como moretones en la panza y el muslo, al igual que problemas de hueso y en las rodillas.