Daniel Enz

Todas las miradas lo apuntan como “el primero en caer”. Hace ya varias semanas que Juan Pablo Aguilera, cuñado del ex gobernador, ya no puede dormir. Se preocupó cuando le allanaron su casa y sus propiedades, pero se quebró cuando tuvo la primera indagatoria de, quizás una larga lista de delitos que andan dando vueltas a su alrededor.
Aunque pasó intrascendente para todos los medios, una tarde agosto, Aguilera llegó acompañado por su esposa y su abogado al edificio de Tribunales, para ser indagado por el arma que no estaba registrada en ningún lado y que le encontraron en su vivienda millonaria, ubicada en proximidades al Seminario de Paraná.

Aguilera dio su argumento en torno a la pistola 22 hallada por personal de la Policía Federal y tras ello le preguntó directamente al fiscal que lo estaba indagando.

--Doctor, ¿cómo ve mi situación en la otra causa grande?
--Está muy complicado, Aguilera. Muy complicado.

La respuesta fue un golpe al mentón. Y en ese marco, alguien de la justicia le sugirió incluso que pensara la idea de ir a indagatoria y reconocer los hechos denunciados, para llegar a un juicio abreviado, sin debate público y lo antes posible.
“Podemos proponerle una condena de tres años, de cumplimiento efectivo; la entrega al Estado de la residencia y de la imprenta de calle Racedo”, como modo de resarcimiento.

El nene mimado de la esposa de Sergio Urribarri, Ana Lía Aguilera, se dio vuelta y rompió en llanto. Lo pudo contener a duras penas su mujer, Lucía Belén Almada, hija del conocido comisario retirado, Héctor Pitín Almada. Pero la “oferta judicial” lo atravesó profundamente con el correr de los días.

En las semanas posteriores, la mayoría de los familiares y amigos -como los hermanos Guillermo y Pablo Smaldone, a quienes visita todas las semanas, en el edificio donde también vive el ministro Hugo Ballay- trataron de tranquilizarlo y le dijeron que confiara en sus abogados, quienes giran alrededor de lo que pueda opinar el reconocido letrado penalista, Raúl Barrandeguy, ex diputado nacional urribarrista. Entre los letrados que están trabajando para la familia Urribarri aparecen Marcos Rodríguez Allende y Miguel Ángel Cullen. Pero no les resultó muy fácil.

(La nota completa en la edición número 1047 del jueves 22 de septiembre de 2016 de la revista ANALISIS)