Por Camila Fernández
“No sé quién corno es Casciari”. Dice abajo a la derecha un botón de su página web. Cualquier mortal imagina que allí se haya una biografía, pero se equivoca, hay un texto titulado “Autorretrato en el Blockbuster” (2004) en donde el escritor argentino Hernán Casciari cuenta una pequeña historia de cuando“una gorda subrepticia” quiso retenerle (sin éxito) su cámara de fotos,mientras se autorretrataba frente a un espejo en una de esas antiguas tiendasde alquiler de videos“Blockbuster”, en España.
Quizá, en 2004 uno podría inmediatamente preguntarse: Qué es lo que hacía Casciari sacándose una foto a sí mismo en un videoclub y cuál habrá sido la razón que tenía aquella mujer para impedírselo. Pero hoy, en tiempos de selfies, es probable que el absurdo de la historia no llegue a ser tal. En cambio, llaman la atención otros detalles: tenía una hogareña cámara de fotos disparando al espejo que sale en la imagenque luego publicó en su página web. Vintage a esta altura, casi como la palabra “corno”.
No sé quién corno es Casciari es más o menos lo que me dijo también una amiga cuando le conté que iba a entrevistarlo porque venía este 31 de marzo a Tierra Bomba. Es probable, entonces, que este sábado seamos un puñado de fanáticos riéndonos entre nosotros,pensé erróneamente, porque las entradas se agotaron. La pequeña comunidad paranaense lectora de Orsai estaba completa (pequeña porque en Paraná todo respeta la escala Paraná: medio pueblo-medio ciudad, y los que somos de la parte “pueblo” sabemos cuándo no falta nadie).
Una pelea con una “gorda subrepticia” en un Blockbuster es la forma en que Hernán Casciari elije presentarse al mundo. Muchos deben estar pensando que es una persona desagradable porque escribe la palabra “gorda”. Seguramente ha provocado el odio de varios, de hecho, esa es una de sus cualidades. Cada lectordebe tener sus preferencias sobre los aspectos destacados del autor, pero sin dudas la destreza con que lleva al terreno del humor los prejuicios y tabúes de nuestra sociedad para destrozarlos a través de historias, porqueCasciari es un experto de las historias, es una de sus mayores habilidades. Al punto que el silencio en la casona de calle Urquiza fue total cuando ese hombreen el escenario, detrás de una mesa con unos cuantos libros, comenzó a narrarla primera: la de su abuelo nazi.
Antes se quejó de las alegres luces de colores (pidió que dejen sólo una para él y otra para el público), situación que los anfitriones resolvieron con tenues pinceladas provenientes de una lámpara que acomodaron al final del salón, descubriendo al público cálidamente, y una luz blanca que logró contraste entre el rostro de Hernán y el resto de la noche a sus espaldas. Allí estaba personificado el escritor. Allí estaba el público atento y mudo. Quizá Casciari lo mira en cada bar antes de comenzar e imagina que es 1850 a la luz de una lámpara de aceite de ballena, que está en una taberna lúgubre, borracho, ganando esos pocos centavos que le pagarán el próximo trago y trae a su mente aEdgar Alan Poe antes de morir.
Seguramente esto es demasiado, pero es conmovedor imaginar que no, porque hacia el final del showCasciaridescribió cómo imagina que habrá sido el silencio cuando el mítico escritor de Baltimore leía en esos antros nocturnos para sobrevivir, provocando que la gente caiga al suelo del susto. Y nos agradeció el silencio, como si en verdad el público le estuviera cumpliendo un sueño. Y le creímos.
Las historias de Casciari hablan de pasiones (de amor, de fútbol), de su padre,de sus hijas, entre variasanécdotas y teorías irracionales sobre lo absurdo de la vida. Empezó escribiendo en un weblog y se hizo conocido por combinar esa plataformacon la literatura, cosas que en aquel momento no se mezclaban, pues la literatura pertenecía a los libros. En 1995 recibió el 1° Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires con la obra “Subir de espaldas la vida”. En 1998 le otorgaron el premio Juan Rulfo (París) por “Nosotros lavamos nuestra ropa sucia”. En el 2000 se fue a España hasta que a fines de 2015 regresó a Buenos Aires ytras sufrir un infarto no volvió a viajar.
(Más información en la edición gráfica número 1075 de la revista ANALISIS del jueves 5 de abril de 2018)
