Claudia Martínez
(Especial para ANÁLISIS)
Respira fútbol por todos los poros. Vive, nació para eso y su vida pasa por la pelota rodando. Así es Sebastián Ribas, el goleador de Patronato y la Liga del Fútbol Argentino.
No fue difícil pautar una nota con él. Siempre está dispuesto y la única condición, como todo aquel que pasó por el futbol europeo, es charlar con alguien de prensa de Patronato presente. Leonel Martínez se sentó con Ribas y ANÁLISIS en un discreto segundo plano, sin intervenir para nada.
Italia, Francia, España, Portugal y Ecuador lo tuvieron como figura destacada, pero eso no le hizo perder la humildad y la sonrisa.
Ribas apareció con su casi metro noventa, tranquilo, sin tutear, apoyando los brazos tatuados en la gran mesa donde habitualmente se realizan las asambleas del club Patronato.
Sonrió pocas veces. La coraza que tiene alrededor dejó ver un hombre que recorrió muchos kilómetros y vivió muchas vidas, pero sintetizadas en una sola: su carrera futbolística.
“Están haciendo obras en las calles y se me complica para venir para acá. En calle Catamarca están haciendo…”, se disculpa.
Es la primera vez que vive en Paraná y la primera vez que vive en el país, confiesa.
Pasó por varios países, pero considera que “para mí es algo normal jugar al fútbol, algo que amo desde chico. Para los que amamos el fútbol, es una bendición vivir de lo que amamos. Cuando uno vive de lo que ama, deja de trabajar. Nunca me supuso un trauma ir adonde tenía que ir, más allá de que eso me alejara de mis padres y me alejara de mi familia”.
Ribas tiene 30 recién cumplidos, “igual que cuando tenía 20”, aclara. “O mejor…”.
—Recorriste medio mundo… ¿te adaptaste fácilmente a cada lugar?
—Si -piensa-. Se puede decir que sí. La experiencia que más me costó quizás fue la última, en Ucrania, tal vez por el idioma que era tan distinto y diferente, que pude haber aprendido. La gente también era más fría, más cerrada, pero la verdad es que estuve cuatro semanas o un poco más, como para decir “uh, cómo la sufrí”. Por suerte pude estar acompañado. No estuve en ese período de entrada en adaptación como para decir que me costó.
Sebastián habla varios idiomas: francés, italiano, inglés -que según aclara lo aprendió en la preparatoria en su país, Uruguay- “con la influencia de mis padres que me instaban a estudiar”; y el portugués por ir a un colegio brasilero en su país. “Al ir a Portugal ya lo sabía”, relata.
Su papá es uno de los DT más brillantes que ha dado Uruguay. Es el mejor, dicen. Tiene una hermana que se llama Tatiana, de 27. Nadie de su familia está en Uruguay, sus talentos los han ido desperdigando por el mundo.
(Más información en la edición gráfica número 1075 de la revista ANALISIS del jueves 5 de abril de 2018)
