1-
“Me es imposible no contarlo. Insufrible, insoportable. Cada parte de mi ser me exige que lo expulse. No puede morir conmigo. Si no lo hago ahora, me va a matar más temprano. Si no lo suelto, lo pierdo. Si no lo digo, no sé si fue. Es el acontecimiento de mi vida. La vida es un único acontecimiento, ninguno más. Como la semilla, como la raíz, como el centro de una galaxia, como la primera gota de lluvia. Lo demás son brotes, troncos, rotaciones o diluvios. No importa. Algunos lo llevamos como un secreto que nos avergüenza, ¡somos tan ignorantes! Esa información circulará en silencio por el universo sin la intervención de nuestra voluntad. El acontecimiento es ajeno al lenguaje. Como dice el Zohar, ‘El pensamiento de la creación está más allá de las palabras’. Pero mi pobre condición finita me obliga sorda a nombrarlo y nombrármelo. Sin nombres, nada parece existir para nuestra naturaleza humana. Según el calendario, estaría en la mitad de mi vida. Nadie lo sabe. Quizás en el final. Hoy, 10 de marzo, los idus me empujan a decirlo. Primeras canas y primeras huellas en la piel inducen a la verdad. Tampoco su modo es deliberado. Hay fuerzas no reconocidas que nos dirigen a descubrirla…”
2-
Lo que dispara la búsqueda angustiosa de Ismael desde la niñez hasta el fin de sus días es su experiencia infantil.
“Porque mi abuela solía al patio en el medio de todos los pajaritos que la rodeaban solía gritar ‘Dios mío, Dios mío ayudanos…’ Lo que más me preocupaba averiguar era saber si Dios era Quien porque mi abuela le decía Señor… y un señor es un hombre, es un quien… ¿Dónde estaba ese Dios? ¿Era Quien ese Dios? Porque Mamálicha le hablaba como a una persona… Era lo que me planteaba todo el tiempo. Me acuerdo patente de un razonamiento que hice cerca de mis 8 años… (porque me agobiaba la frase de Mamálicha) ‘Estamos hechos a su imagen y semejanza’… Entonces me dije ¿somos una fotocopia de él?... Entonces él es un Quien como nosotros y nosotros sus fotocopias chiquititas, hoy dirían un holograma… (Me parece que lo real es)… si él no fuera quien, no seríamos quienes, debe ser que necesitamos que sea quien, porque nos da mucho miedo no ser quienes”