Álvaro Moreyra
Los deportes amateurs no suelen ocupar espacios destacados en los medios gráficos, una o dos páginas, o tener muchos minutos en radio o televisión. Muy por el contrario todo cuesta mucho más y hasta el triple, porque el trabajo previo se realiza casi en silencio, salvo excepciones, a medida que avanza un torneo hay un poco más de ruido y ya con un resultado consumado, que generalmente tiene que ser positivo, obtiene un lugar destacado, aunque no preponderante.
Igualmente ese espacio nunca llega a ser el mismo que tienen aquellos deportes de mayor convocatoria, mucho menos aquellos que son del campo rentando. Al deportista amateur todo lo cuesta el doble, hasta llegar a los medios.
Claro que este es una mea culpa que deberemos hacer desde los medios, porque es una constante que aquellas actividades que no son seguidas por las masas no se les da tanta trascendencia.
Quizás tenga que ver con que generalmente se trata de historias pequeñas, pero que valen la pena y merecen ser contadas. Porque no solo de fútbol, básquet o automovilismo se nutre el deporte, también existen otras actividades que cada tanto brindan alegrías, aunque estas sean a escala y solamente alegren a un puñado de personas.
Días atrás se celebró en el predio de Tecnópolis, en Buenos Aires, una nueva edición del Mundial de Taekwondo ITF.
Hasta allí llegaron los principales exponentes de la especialidad en el mundo, no solamente en la categorías Mayores, en ambas ramas, también en Juveniles, tanto en femenino como en masculino y allí estuvo el foco de dos entrerrianos que partieron hacia el certamen con la ilusión de llegar lo más lejos posible y se volvieron a sus respectivas ciudades con la medalla de oro colgada en sus cuellos.
Una de las preseas doradas fue hasta Federación. Es que Dylan Álvarez se consagró como el mejor en la categoría Lucha Juveniles A Masculinos, hasta 50 kilos.
La otra tuvo como destino la localidad de Seguí, pues Karen Lell se subió a lo más alto del podio en la cita ecuménica al obtener el primer puesto en la especialidad Lucha Juvenil, hasta 55 kilos.
Dylan y Karen charlaron con ANÁLISIS de sus recientes conquistas y además de coincidir en las tres cosas que expresa el título, también resumieron sus logros con un “todavía no caigo”.
Desde Federación
Dylan Álvarez vive en Federación. Nació el 15 de mayo de 2004 y a los 6 años comenzó a transitar el camino de la actividad que hoy lo tiene como el mejor del mundo.
En la actualidad divide su tiempo entre la escuela, donde cursa el tercer año en la Agrotécnica Colonia La Argentina, los amigos y, lógicamente, el taekwondo.
En el inicio de la entrevista, Dylan rememoró cómo se acercó a practicar el deporte que tanto ama: “Recuerdo que fue a los 6 años, un día íbamos caminando con mi mamá (Cintia) y en un local vimos a varias personas, vestidas todas iguales, de blanco y con cinturones. Entramos, hice algunas preguntas, me quedé mirando un rato y me encantó. Volvimos a mi casa, charlé con mamá, le dije que quería empezar y allí comenzó todo”.
Días atrás el joven federaense logró la medalla de oro en el Campeonato Mundial de Taekwondo ITF. Fue el mejor en la categoría Lucha Juveniles A Masculinos hasta 50 kilos y en la final venció al ruso Vladimir Legai.
“Estoy muy contento por ser campeón mundial, la verdad que es un sueño que tenía desde chico, desde que empecé, y ahora se hizo realidad”, contó en el inicio de la charla.
Y siguió: “Siempre quise ir a un Mundial y este año se dio gracias al gran esfuerzo que realizó mi familia, además fue importante el gran instructor que tengo, Pablo Martínez, quien también hizo mucho para que llegara a vivir este hermoso presente”.
(Más información en la edición gráfica número 1083 de la revista ANALISIS del jueves 9 de agosto de 2018)
