Álvaro Moreyra

Emanuel Ginóbili anunció su retiro como jugador de básquetbol. Hacer referencia a lo que significó Manu para el baloncesto argentino sería redundante. Es sabido que el oriundo de Bahía Blanca lideró la Generación Dorada que conquistó el Oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, el bronce en Beijing 2008 y el subcampeonato en el Mundial de Indianápolis 2002, además de dos FIBA Américas.

En tanto que a nivel clubes obtuvo cuatro anillos de la NBA con San Antonio Spurs, la franquicia que disfrutó de sus últimos 15 años como basquetbolista y en la que es uno de los grandes ídolos. También brilló en Italia al conquistar una Liga, dos Copa de Italia y una Euroliga con el Kinder Bolonia, elenco que integró tras dos años en el Reggio Calabria.

La Liga Nacional lo disfrutó muy poco defendiendo los colores de Andino de La Rioja, primero, y Estudiantes de Bahía Blanca, después. Está claro que Manu deja un legado por su profesionalismo, su pasión y su intachable conducta afuera de las canchas.

Luego de conocerse la noticia, ANÁLISIS le buscó la mirada entrerriana a una decisión que causó revuelo en el deporte mundial, con lo que queda claro lo que significó Ginóbili no solamente para el básquet.

El bahiense compartió distintos seleccionados nacionales con el uruguayense Leandro Palladino y en uno de ellos cosecharon nada menos que la medalla de Plata en el Mundial de 2002.

En tanto que Manu, en sus orígenes, integró el plantel de Estudiantes de Bahía Blanca que tenía como uno de sus jugadores más importantes al paranaense Ernesto Nito Michel. Con los dos charló esta revista.

Además dejaron sus sensaciones dos íconos del baloncesto entrerriano como lo son Sebastián Uranga y Orlando Chungo Butta.

Muchas historias con la “Albiceleste”

Leandro Palladino es acaso uno de los mejores jugadores de básquet que dio la ciudad de Concepción del Uruguay. El Torito tiene una larga lista de conquistas a lo largo de su carrera como profesional.

El uruguayense logró tres títulos de Liga Nacional, dos con Atenas de Córdoba (1997/98 y 1998/99) y el otro con Boca Juniors (2006/07). Además con el Griego cordobés fue campeón en el Panamericano de Clubes (1996) y dos veces conquistó la Liga Sudamericana (1997 y 1998). Ya en el exterior ganó un título con el Nuovo Básquet Record Napoli de Lega Due (2001/02) y además fue subcampeón de la Copa del Rey con el Tau Cerámica de España (2002/03).

Como si todo esto fuera poco, el entrerriano integró diferentes selecciones nacionales juveniles y conformó el plantel Mayor entre los años 1999 y 2003. Además del segundo puesto en el Mundial de 2002, obtuvo la medalla dorada en el Premundial, un año antes, en Neuquén. Entre varias otras conquistas, fue campeón Sudamericano en la categoría Juvenil y en Mayores. En todos esos representativos argentinos, Palladino compartió plantel con un tal Emanuel Ginóbili.

“Manu es una antes y un después para el básquet argentino. Por lo que fue como jugador, lo que logró y al nivel que llegó en la mejor competición del mundo y encima lo hizo siendo una megaestrella. Él abrió las fronteras del básquet argentino”, se deshizo en elogios Palladino en el inicio de la charla con ANÁLISIS.

Más adelante El Torito siguió: “Me tocó ser su compañero por mucho tiempo en diferentes seleccionados y eso me llena de un orgullo inmenso, además de sentirme un privilegiado por compartir tantas cosas lindas”.

De todos modos, no ocultó otros sentimientos: “También siento un poco de tristeza porque se va nuestro emblema, el jugador que hizo historia, pero entiendo también que así es el deporte y la vida misma, porque todo tiene un final y él lo extendió un tiempo más que el resto de los mortales, hasta los 41 años. Y eso es doblemente meritorio porque lo hizo jugando en un gran nivel y en una excelente condición física”.

(Más información en la edición gráfica número 1084 de la revista ANALISIS del jueves 30 de agosto de 2018)